Provincia

Que no falte un plato en la mesa

  • Doscientas personas acuden al día al comedor solidario, un proyecto que tiene el apoyo de todo el tejido social

Isabel, Conchi y Ana dejan muy temprano sus casas arregladas para estar a las 9:30 en el número 14 de Pilar de San Roque. La tarde anterior habían dejado planteado el menú del día. Toca preparar coles y macarrones. Tres horas por delante hasta que se abra la reja y lleguen los primeros vecinos. Son tres de las decenas de voluntarios de la Asociación de Trabajadores y Trabajadoras por la Integración Social de Vélez- Málaga. El comedor solidario cumple hoy dos meses.

Cada día dan de almorzar a 200 personas. Esta semana han repartido 828 menús totalmente gratuitos. La premisa es "que es no falte un plato en la mesa" y si falta de lo cocinado "se echa mano del congelador o la despensa". Los alimentos y el dinero para comprar otros que hacen faltan sale de la solidaridad de los vecinos, agricultores, pescadores, comercios, empresarios, almacenes y centros educativos.

Atis se gestó desde en el seno de la formación de Izquierda Unida pero poco a poco se han sumado otras personas consiguiendo formar una red de colaboradores sociales extendida por todo el municipio de Vélez-Málaga. "Nos encerramos una vez pidiendo un Plan de Empleo Municipal y un comedor social, una segunda vez en diciembre, y como siguió sin ponerse en marcha, lo hemos hecho nosotros con nuestro propio esfuerzo y el de todo aquel que se quiera sumar", explica el portavoz de IU, Salvador Marín quien encontró ayuda de los veleños desde el principio. La primera, la propiedad de un bar que estaba cerrado y cuyo local les ha cedido de forma altruista. En muchos de los comercios de alimentación existen cajas en las que sus clientes pueden dejar productos destinados al comedor social. Pero además, han ideado una fórmula para poder financiar el pan, el postre o algunos alimentos que requieren los guisos. Cada unidad familiar debe vender cinco papeletas durante la semana para un sorteo de un fin de semana rural, un jamón y tres décimos de lotería. "Pretendemos que sea un centro solidario no de beneficencia. Es una forma de implicarlos en el proyecto haciéndolos partícipes de la venta de papeletas. Eso lo podemos hacer todos", reflexiona Marín. Así, el viernes que es el día que más menús se entregan, los vecinos se pudieron llevar también huevos. La pasada semana fueron patatas de Algarrobo y ecológicas.

Isabel y Conchi no fallan en la cocina. Tampoco Ana en el reparto. Con ellas, suele haber tres o cuatro personas más de apoyo, y el resto buscan la solidaridad por las calles. Esta semana ha habido mucha pasta y arroz. También los potajes caseros y los pucheros. Para la siguiente faltan garbanzos, lentejas, ajos, cebollas, patatas y tomates. Fruta de temporada y carne siempre se agradecen. "Hay mucha gente necesitada que no son más que trabajadores en paro que están sufriendo la crisis", piensa Conchi. "Mucha gente joven con hijos", añade Isabel que como su compañera está en paro. Ella tiene 40 años, dos hijos y su marido siempre se ha movido en la construcción. "Todo el mundo tiene que tener un plato de comida en su mesa. Empezamos dando a 60 personas y ya vamos por 200. Hay días que hay que poner los tres fogones", cuenta Conchi de 57 años mientras echa el último cucharon de coles. Ana lleva cinco meses sin trabajo. Antes era ella quien asesoraba a los que llegaban a la oficina del Servicio Andaluz de Empleo de Nerja buscando una salida laboral.

Los recortes la han dejado al otro lado del mostrador. "Creo en el proyecto. Me entusiasma ver a la gente lo agradecida que es y la ayuda que todos estamos aportando a los que tanto lo necesitan", reconoce. Son las 14:30. Por hoy, se cierra el comedor. Están satisfechas, pero no del todo. "Lo estaremos cuando echemos la persiana definitivamente. Es señal de que a nadie le hace falta. Esperemos que sea pronto", dice Isabel mientras Conchi y Ana asienten pensando que podrían preparar para el día siguiente.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios