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La mejor miel de Andalucía

  • La riqueza floral del Valle del Genal es determinante en el resultado del producto Las abejas son moriscas, una variedad autóctona de la zona Es tiempo de castrar las colmenas

Llega el final del verano y el trabajo se multiplica para los apicultores, que en estos días acudirán a sus colmenas para extraer la miel que sus abejas han ido creando con mimo durante estos meses, combinando para ello las diferentes floraciones que se han producido.

Una de las mejores miles de Andalucía -el pasado año fue calificada como la mejor- es elaborada por Germán Bernal, que tiene sus colmenas situadas en un paraje a medio camino entre los municipios de Alpandeire y Faraján, en pleno Valle del Genal.

Precisamente, en la riqueza natural y floral de este paraje cree Bernal que está buena parte del secreto de que sus abejas moriscas, una variedad autóctona de la zona, sean capaces de crear este rico manjar que ahora él está comenzando a extraer de sus panales, no sin resistencia. Y es que estas abejas, más pequeñas que otras introducidas, tienen un fuerte carácter y no llevan nada bien eso de que le quiten parte del alimento que con tanto mimo han elaborado.

No obstante, el apicultor explica que no se castra la totalidad de las colmenas, ya que es necesario que su interior se quede sobre un 60% de la miel producida para que las abejas puedan tener alimento necesario para sobrevivir sin problemas al frío del invierno, y es que el cuidado de su colmena para un apicultor es tan importante como producir una buena miel, ya que son ellas las creadoras de la misma.

De hecho, este apicultor es bastante generoso con sus abejas, a las que podría extraer bastante las cantidad de miel sin que ello supusiese un problema para su alimentación, aunque asegura que prefiere ser generoso con ellas y no le importa extraer tan solo 5 o 6 litros de miel por colmena, cuando normalmente podría recolectar casi el triple.

Castrar las colmenas requiere madrugar, hay que hacerlo a primera hora de mañana porque es el momento de menor actividad de las abejas, utilizar los trajes protectores y un ahumador para mitigar su agresividad una vez que se comienza el trabajo para retirar los panales repletos de miel.

Una vez retirados los panales, el primer paso es desopercular los panales, es decir, eliminar los opérculos o láminas con las que las abejas sellan las celdillas para almacenar la miel con la ayuda de un cuchillo o un peine con dientes de acero. Tras esto es necesario introducir los panales en una máquina que ejerce sobre ellos fuerza centrífuga con el objetivo de que la miel se adhiera a los laterales de un bidón, desde donde cae por su propio peso al fondo del recipiente. A través de un grifo se saca el producto y se introduce en el bidón de maceración, donde la miel permanece el tiempo necesario para que las impurezas que pudiera contener floten y se puedan eliminar con facilidad. Después de esto ya está preparada para su consumo.

Por último, el apicultor resaltó que "es elemental tratar a las abejas con el mayor cuidado y respeto posibles, sin abusar de su trabajo y teniendo en cuenta que estos seres vivos son imprescindibles en la polinización de las especies vegetales y, por tanto, de la óptima conservación del medioambiente".

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