Seis victorias consecutivas en la ACB, la clasificación para el play off a buen recaudo, más cerca del tercero que del quinto a cuatro jornadas para el final la temporada regular... En Los Guindos hubieran firmado con sangre a comienzos de temporada la citada retahíla. Pero la superación y el querer mejorar es inherente al deporte. El Unicaja está en un tramo valle de calendario en el que la exigencia de los rivales se ha atenuado justo en el momento en el que se ha pasado a jugar un partido por semana, lo que reduce el factor sorpresa.

Pero Joan Plaza está preocupado, no quiere que el equipo se le desenchufe. A estas alturas de temporadas volver a ponerse las pilas es complicado cuando se baja la tensión. No son casuales las declaraciones tras el partido ante el Manresa, en la que manifestaba sentirse decepcionado con sus jugadores. Es complicado realizar reproches o corregir cuando se vence con suficiencia. Es humano desde el punto de vista de los jugadores, acostumbrados durante la temporada a combatir en pistas complicadísimas de todo el continente, que se baje el pistón y se dosifique, pero es algo de lo que Plaza quiere huir.

Durante estas semanas unipartidos el técnico catalán ha apretado las clavijas en los entrenamientos, elevando si cabe la competitividad en los mismos, pidiendo más intensidad. No vaciló cuando detectó un pico bajo en citar a sus jugadores a las ocho de la mañana un lunes tras una derrota con el Joventut y su discurso también es duro cuando procede dentro del vestuario o en la cancha de entrenamiento. "Nos hemos visto 20 arriba y hemos pensado en la cena de esta noche", "Es difícil estar concentrado pero eso diferencia a los ganadores de los conformistas" y "Estoy disgustado con varios baremos del partido" fueron algunos de los mensajes que dejó Plaza en la sala de prensa tras la victoria ante el Manresa, antes de volver a una semana con dos partidos, visita a Valladolid y recepción al Fuenlabrada de Luis Casimiro, Carlos Cabezas y Andy Panko.

La satisfacción es la nota predominante, pero Plaza quiere despejar cualquier atisbo de autocomplacencia. Con cuatro jornadas más para que empiecen los fuegos artificiales y sin un objetivo clasificatorio nítido, las fatigas de temporadas atrás están olvidadas pero queda rematar la faena. Nadie quiere de puertas para afuera reconocerlo para no cargar de presión, pero el objetivo es regresar a las semifinales de la ACB, entre los cuatro mejores equipos del país, algo que no ocurre desde el año 2010. En la década anterior era una costumbre a la que sólo se faltó en 2007 con la excusa de la Final Four. Plaza quiere crear ese hábito. Y eso pasa por seguir tensos en la competición.