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Un termómetro en Moscú

  • La trayectoria inmaculada del Unicaja pasa por el filtro del CSKA, un test que encumbra a los que son capaces de vencer allí Sin Markovic, Stefansson ni Suárez pero con valentía

Moscú tributa una media de 6 grados al Unicaja. Otras veces fue peor, sin duda. En la pista también hubo tardes para el horror, para olvidar. Tardes en las que casi ni se pasaba por la cabeza competirle al gigante ruso. Hoy sí, se puede. La paradoja la sirve el termómetro. No para saber hasta qué punto molestará el frío antes y después del partido, sino para conocer de qué esta hecho este equipo, que hasta ahora es cemento armado. Ya ha demostrado con su arranque fulgurante, en ACB y en Euroliga, que tiene el gen competitivo al máximo nivel y que hay armas y recursos para ganar de una manera u otra. Es precisamente lo que exige cada visita a la guarida moscovita. No basta el partido perfecto, tiene que ser pluscuamperfecto.

Así ocurrió hace casi dos años, cuando Marcus Williams silenció el Universal Sports Hall con una actuación de estrella norteamericana (81-94). El equipo malagueño fusiló a triples al CSKA, todo bajo la batuta y las musas del base, que anotó 28 puntos y comandó una de las victorias más prominentes en el imaginario de la afición. Fue la única victoria en la historia allí, pero también el recuerdo más cercano. Porque fue su último enfrentamiento. Aunque no se puede dejar de lado el reciente partido de la Gloria Cup, en el que los de Joan Plaza acariciaron el triunfo (84-88). Hay otro guiño: por entonces, el Unicaja casi viajaba sin temor a nada porque sólo tenía nueve profesionales disponibles, lo mismo que ocurre hoy.

Pero este nuevo proyecto no depende tanto de un hombre. Pese a picos de forma estelares como los de Fran Vázquez o Ryan Toolson, el Unicaja ha sacado la mayoría de sus victorias adelante merced a un perfecto engranaje. Imponiéndose en todos los conceptos a su par. Faltarán recursos para la rotación, Suárez, Stefansson y Markovic, pero ya ha germinado en el vestuario el machacón mensaje de Plaza: se puede ganar a cualquiera si el equipo es un todo.

Partiendo de ese desequilibrio previo que se presupone siempre en Rusia, el partido es precioso. El escenario está en la cima de Europa, pues se miden dos de los tres equipos que han ganado todo en sus respectivas ligas y en Europa. El premio del triunfo no es sólo otra generosa ración de gloria, es también el liderato del grupo B, el más duro de todos. Una derrota no afearía los números previos del Unicaja; en cambio, un triunfo pondría el lacre a una trayectoria que trascendería los números para instalar el segundo proyecto de Joan Plaza en un terreno muy serio, capaz de hacer soñar a todos los cajistas con algo muy serio.

Cualquier jugador del CSKA puede hacer pupa, pero los focos tienen mayor circunferencia de luz para un trío que sólo leer causa respeto: Jackson-Teodosic-De Colo. Buena dirección de juego, buen tiro exterior, daño en la pintura, intensidad los 40 minutos. Un equipo multifuncional, con sus tipos bajos muy guerreros y sus tipos altos muy versátiles. No hay grietas de inicio en el conjunto que este año ha pasado a las manos de Dimitris Itoudis, será el cuadro malagueño quien tenga que buscarle las cosquillas.

El Unicaja, que hasta ahora ha sabido contentar a su técnico, debería ser valiente si hace caso al consejo del catalán, quien es consciente de que aun la derrota podría ser pedagógica para los suyos. Ojo que el Maccabi salió apalizado de Moscú (99-80) y eso es seria advertencia de lo que puede pasar sin la intensidad apropiada. Un marco propicio para Jayson Granger, que se crece en ambientes hostiles; el Universal Sports Hall podría ser el mejor test para ver su nivel superlativo. En el caso de los nuevos, Thomas, Green o Golubovic sobre todo, el examen servirá para el futuro, ya que a veces se les ve como algo blandos y este es el rival perfecto para ver si están preparados para ser un buen dique de contención.

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