educación

Atrapados por la cultura nipona

  • La Escuela Oficial de Idiomas de Málaga es la única de Andalucía que imparte Japonés

  • En estos meses celebra los 25 años de su implantación

Un grupo de alumnos de Japonés junto a sus docentes, Carmen Guijarro y Leticia Chen.

Un grupo de alumnos de Japonés junto a sus docentes, Carmen Guijarro y Leticia Chen. / javier albiñana

El idioma es indivisible de su cultura. Arte, filosofía, costumbres y gastronomía conforman un todo en el que la lengua es el elemento que los une. También una de las vías de acceso al vasto universo que narran los trazos pictóricos del japonés. De ellos se llevan enamorando los alumnos de la Escuela Oficial de Idiomas durante un cuarto de siglo. El departamento de Japonés cumple 25 años y lo celebra durante los próximos meses con actividades abiertas al público. El primer acto conmemorativo tuvo lugar ayer en el salón de actos del centro con la presencia del ministro de la Embajada de Japón.

Carmen Guijarro es la jefa del departamento y lleva diez años impartiendo clases en este centro, el único de Andalucía que imparte japonés. La docencia se puso en marcha en 1992. "En aquel tiempo no teníamos internet y llegaban pocas películas, pero sí se conocía el manga y había interés por aprender la lengua, hoy la demanda es desbordante y la oferta que se lanza de plazas nunca cubre las solicitudes, se quedan muchos alumnos fuera", explica Guijarro. Hay quien tiene que persistir cinco años, como en el caso de Luis Pardo, alumno de quinto curso, para poder entrar. "Debería de haber más puestos porque entre 80 y 90 personas cada año se quedan sin plaza", comenta Luis. En primer curso entran unas 70 personas.

El centro imparte cinco cursos pero las docentes creen que serían necesarios ocho

Luego la enseñanza se complica y algunos abandonan en el camino. La enseñanza son cinco cursos pero en ellos "no se puede llegar al nivel de inglés o francés, se necesitarían más años, lo ideal sería ocho, hay que dejar que se asimile el aprendizaje", dice la docente. Guijarro explica que el japonés tiene dos silabarios -uno de ellos para escribir palabras de origen extranjero- y que el signo está compuesto de consonante y vocal. Pero lo más complicado son los idiogramas chinos que este idioma heredó de sus vecinos, los kanji.

Tanto en los libros de texto como en las redes sociales o en comunicaciones familiares, los japoneses escriben de izquierda a derecha. Pero los escritos formales, la literatura y la prensa, se componen de forma vertical, de arriba a abajo. "Estuve viviendo en Japón y allí empecé un aprendizaje que aún continúa, el reciclaje tiene que ser constante", apunta Carmen Guijarro. Le acompaña en la actividad didáctica Leticia Chen, más veterana aún en el centro. En los tres primeros cursos imparten seis horas de clase a la semana y cuatro y media en quinto y sexto. La mayoría de los alumnos, como explican las docentes, parten de cero. Otros iniciaron de forma autodidacta su aproximación a la lengua nipona pero al descubrir su complejidad vieron inviable seguir avanzando sin asistir a clases.

"Empecé aficionado por el anime, el manga y los videojuegos y atraído por la cultura japonesa, mi intención era tener la capacidad de leer y jugar en su lengua original y ocupar el tiempo en una actividad interesante", dice Luis Pardo, terapeuta ocupacional en paro. Para Elena Calvo, compañera de quinto, el cine y el teatro, también la literatura, fueron los elementos de seducción. "Empecé por afición, los kanji me llamaban mucho la atención", confiesa. En su casa inició los estudios y ya "sabía algo" antes de matricularse en la Escuela de Idiomas. Esta auxiliar administrativo ahorra para poder ir a Japón. Mientras tanto, una buena forma de practicar es quedando en Málaga con japoneses. "Nos podemos defender bien, la comunicación es más o menos fluida", dicen Luis y Elena.

Mónica Torres es pintora y alumna de cuarto curso. "Me enamoré del idioma porque me encantaba Van Gogh y a través de él llegué a su influencia oriental, su obra estaba muy inspirada en el arte japonés", comenta esta dependienta de 45 años. "Me encanta la cultura en general y la caligrafía por la parte pictórica que tiene", agrega Mónica. Su compañero David Valle ha vivido un año en Japón y asegura que vino "siendo una persona distinta, ha sido un cambio brutal". La forma de vida, la limpieza y el orden, la sociedad colaborativa ha dejado sorprendidos a todos los que han tenido la posibilidad de ir. "En un año no vi ni un chicle en el suelo", asegura David.

Los más jóvenes de la clase son Javier García, de 15 años, y Celia Gil, de 16. Están en segundo curso. "En la ESO descubrí el mundo del anime, del manga y la cultura japonesa y quise meterme en el idioma por curiosidad", apunta Celia. Javier hizo primero por libre, con un profesor fuera de la escuela, y este curso ha podido entrar. Entre todos los alumnos se ha creado una "gran complicidad", aseguran y destacan lo divertido de las clases. "El japonés cada día te presenta una sorpresa", considera David Valle dispuesto a seguir profundizando en una lengua en la que lleva ya años atrapado.

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