Si las advertencias que hacen los investigadores acerca de lo que nos deparará el cambio climático, olas de calor como las que está viviendo media Europa desde hace varias semanas en plena primavera no serán una excepción a corto plazo. Más nos vale prepararnos para hacerle frente y desde luego los abanicos de papel de poco van a servir para combatir las temperaturas extremas que se esperan.

Suena ridículo y hasta ofensivo que un consejero de Sanidad como el de la Comunidad de Madrid, Jesús Sánchez Martos, se quede tan ancho al decir que es la mejor opción para sobrellevar la ola de calor en los colegios de la capital. La fórmula mágica de este lumbreras para que los niños no sufran un golpe de calor, por supuesto, no pasa por instalar aire acondicionado en los centros. ¡Qué tontería! Es mucho más lógico que los niños hagan abanicos de papel "como lo hacíamos cuando éramos pequeños", se hidraten bien y se ventilen las clases.

Claro, desde luego suena muy entretenido como actividad lúdica. Pero por favor seamos serios que estamos hablando de niños metidos en clases sin climatización soportando temperaturas de casi 40 grados. Y yo me pregunto ¿este señor se hace un abanico de papel en lugar de darle al botón del aire acondicionado cuando tiene calor en su despacho?

Pero cuando creía que mi capacidad de sorpresa al respecto estaba ya curada de espantos llega la Consejería de Educación andaluza, a través de una circular del director general de Ordenación Educativa, y se le ocurre que lo mejor para paliar la ola de calor es autorizar a los padres a no llevar a los niños al colegio durante los días que quedan de curso escolar o a recogerlos antes.

Como medida de urgencia no la voy a discutir porque cualquier cosa antes de que los niños acaben deshidratados a causa de las altas temperaturas. Sin embargo, que en Andalucía es habitual que haga calor, y mucho, no es nada nuevo, y sorprende que haya que llegar a estos extremos para que la Junta de Andalucía decida aflojarse el bolsillo y atender las necesidades de climatización de los centros escolares.

No es un lujo ni un derroche, señores de las administraciones. Se trata de una prioridad para atender a los niños y, atendiendo a las previsiones no tan futuras, una necesidad que impondrá el cambio climático.

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