Añoranza y realidad

El problema es que la sociedad ha cambiado y las prioridades de los ciudadanos no son las mismas

Sise mira demasiado por el espejo retrovisor se corre el riesgo de no ver lo que ocurre delante del parabrisas, con el consiguiente riesgo de perder la perspectiva. La frecuente evocación de los tiempos pasados quizás sirva para curar nuestra añoranza, pero es un mal método para analizar los problemas del presente. Es más, buscar como referente el tiempo que ya pasó suele producir una deformación del propio recuerdo que se comienza a edulcorar y a evocar como un periodo idealizado y perfecto. El exceso de nostalgia nos puede llevar a pensar que los ciclos históricos son repetibles y que las cosas que ocurrieron pueden trasladarse a la realidad actualsin mayor dificultad. Eso está pasando con la transición y esos momentos que nos trasladaron de la dictadura a la democracia. No se discute que esos años supusieron un periodo extraordinario de la vida política española, pero sería un error creer que todo se culminó con éxito y que es posible trasladar esa época histórica a la situación actual.

Existe una corriente de evocación permanente de ese tiempo que no solo tiene la intención de analizarlo y valorarlo en su justa medida, sino de sublimarlo, hasta tal punto de valorarlo como perfecto y, sobre todo, con la pretensión de presentarlo como elemento de comparación con la actual situación política. El problema es que la sociedad ha cambiado, las prioridades de los ciudadanos no son las mismas y sus preferencias políticas son muy distintas a las que se expresaron en las elecciones de aquellos años. Buscar defectos, errores y carencias al actual gobierno de España, confrontándolo con situaciones anteriores no deja de ser un análisis ventajista y poco útil. El gobierno de coalición, los pactos parlamentarios, las cesiones a unos y otros para conseguir una mayoría parlamentaria estable no son el capricho de determinados dirigentes actuales o la renuncia deliberada a determinados criterios, sino que están dictados por la necesidad de mantener un gobierno progresista durante la legislatura, y solo desde esa perspectiva debería analizarse la actual coyuntura. Por eso, cuando de vez en cuando se producen reuniones y manifiestos cargados de añoranza y también de crítica al actual gobierno, siempre busco con verdadero interés una alternativa real y viable a los males del presente teniendo en cuenta las servidumbres y limitaciones que la representación política impone. Y he de confesar que por mucho que he buscado no lo encuentro.

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