Postales desde el filo

Aviso a navegantes

Lo del miércoles y el jueves sólo se puede calificar de gamberrismo o de hooliganismo parlamentario

Poco se puede añadir sobre el golpe sedicioso perpetrado por el independentismo en el parlamento de Cataluña. La RAE, en la segunda acepción de la palabra, define sedición como sublevación de las pasiones. Pero ya hemos pasado a la primera definición. No creo que, hoy por hoy, sea viable la independencia unilateral de Cataluña o de cualquier otro territorio. Algo que saben los independentistas. Pero, como lo suyo es provocar, al no poder desconectarse del Estado español lo hacen del Estado de Derecho y del principio de legalidad. Lo que supone, como ha dicho Tajani, romper también con la legalidad de la UE. Tanto despilfarro en embajadas y misiones internacionales para esto: lo del miércoles y el jueves sólo se puede calificar de gamberrismo institucional o de hooliganismo parlamentario.

Cómo se ha llegado a esto, se preguntan algunos. Por muchas razones, entre otras, por el naufragio de CIU, ahora PDeCAT. Un partido que de ocupar la centralidad del sistema político catalán ha acabado de tonto útil de los radicales de ERC y los antisistema de la CUP ¡Aquel gran partido burgués! El caos catalán debería servir de aviso a navegantes. Prevenirnos de las graves consecuencias que se pueden derivar de la radicalización de organizaciones políticas que los votantes han colocado, por su moderación y su compromiso democrático y constitucional, en el centro de gravedad del sistema político. Pasó en Inglaterra cuando un dividido Partido Conservador, ante el avance del populismo nacionalista del UKIP, escoró irresponsablemente hacia el radicalismo xenófobo y antieuropeo de sus adversarios de extrema derecha.

También el nuevo PSOE debería reflexionar sobre todo esto. El relato que ganó las primarias socialistas se podría simplificar en la idea de que, si el PP representa el mal, todo lo que esté contra Rajoy forma parte del bien. Como podemos ver estos días, además de los dos grandes partidos, sólo Ciudadanos comparte los principios y valores que constituyen los consensos básicos que han permitido medio siglo de democracia, estabilidad política y desarrollo económico. Consenso que es, en cualquier democracia madura, perfectamente compatible con los antagonismo propios de partidos de ideologías opuestas. No hay mayor peligro, ante el desafío secesionistas, que el de que los partidos de ámbito nacional hagan dejación de su imprescindible función de ser instrumentos de cohesión social y articulación territorial.

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