La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Rebelión en Cataluña

Ofrecen un espectáculo insólito al mundo: la presidenta del Parlamento coaccionando al tribunal supremo catalán

El conflicto de Cataluña ya está donde quería el partido más pequeño de Cataluña: en la calle. La réplica del Estado democrático al desafío secesionista de las autoridades catalanas ha propiciado que el problema catalán haya escapado del control de Puigdemont y Junqueras para pasar a manos de las CUP, expertas en la insurrección callejera y doctoradas en la estrategia del "cuanto peor, mejor", que tanto juego da en la prensa extranjera e ignara.

La previsión era que el estallido planificado de la ira popular siguiera al referéndum amañado y la declaración de independencia. Ha sido antes. Lógico, tras la desactivación material del referéndum, la incautación de papeletas y tarjetas censales y la detención de sus organizadores de segundo nivel. Se sabía que el 1-O no iba a haber un referéndum digno de este nombre, legal y con garantías. Ahora se sabe que no va a haber nada. Escaramuzas y alguna votación simbólica (simbólica del fracaso, se entiende).

El golpe de la democracia española al golpe de Estado que la amenaza -es en primer lugar un autogolpe, porque lo primero que se carga es al Estatut catalán- ha permitido constatar el nivel de odio e intolerancia que el independentismo ha inculcado a una parte notable de la población catalana, comprobar en vivo que la jefatura de los Mossos d´Esquadra no es de fiar como garante de la legalidad democrática y practica el sabotaje pasivo (vean cómo "protegieron" a los guardias civiles que actuaban por orden de un juez catalán en la Consejería de Economía) y ofrecer al mundo el espectáculo de la presidenta del Parlamento de Cataluña, gran agitadora en jefa, coaccionando en directo al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Como si fuera venezolana.

Más grima aún da escuchar al consejero de Interior proclamando que la insurrección es totalmente pacífica y que no ha habido un solo cristal roto (¿ha visto en qué estado quedaron los coches de la Guardia Civil?). Vamos, que el conflicto existe porque a los catalanes no les deja votar un Gobierno autoritario y franquista apoyado por partidos anticatalanes como el PSOE y Ciudadanos. Lo que es franquista son los referéndos trucados de los que siempre sale lo que quiere el poder, el ninguneo a la oposición, el bloqueo del Parlamento, el adoctrinamiento patriotero, la coacción a los jueces o el manejo de la tele y la radio públicas.

Todo aquello con lo que acabamos, también los catalanes, hace cuarenta años.

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