Cambio de sentido
Carmen Camacho
Zona de alcanfort
DIFÍCIL tarea la de los politólogos para analizar el resultado electoral. Tal vez alguno de ellos nos llegue a explicar las claves del avance del Partido Popular en el interior de la provincia, o el mecanismo que hace funcionar una y otra vez el voto útil. Nuestro sistema electoral se lo pone fácil al bipartidismo, pero sin duda le ayudamos. Nos estamos convirtiendo en una sociedad cada vez más homogénea, que vamos sin rechistar por donde nos llevan, tal vez porque no nos va tal mal como para plantearnos cambios radicales.
Sin duda existe el voto por ideología. Es el voto de los convencidos, pero ¿cuántos son todos los demás?
Después de una campaña en la que los candidatos populares y socialistas se han dedicado a lanzar golpes de efecto, promesas de haber quién da más, me pregunto cuántos votantes han tenido ocasión real de consultar a fondo los programas de cada partido y cuántos votantes han considerado necesario hacerlo.
Los profesores universitarios que están muy cerca de los jóvenes afirman que cada vez son más conservadores, aun sin saberlo ni analizarlo. Los profesores universitarios se quejan de que los alumnos no tienen cultura política. Mal asunto. Votan imitando referentes familiares y en sus casas apenas si se habla de política, salvo en época de elecciones.
Si no tenemos suficiente cultura política, tenemos el deber como ciudadanos demócratas de informarnos y adquirirla, pero quién se va a atrever a reprochar nada a la ciudadanía cuando llevamos años viendo cómo los políticos se han empeñado en destrozar su imagen atacándose a veces como hienas.
Como ciudadana, necesito creer en los políticos que me representan, aunque confieso que mi fe hace aguas cuando intuyo que más que servicio al ciudadano hay lucha intestina por el poder. Supongo que es algo inevitable. Las luchas por el poder no sólo se dan en la política, parecen consustanciales con el ser humano. Pero si nuestros políticos quieren trasladarnos un modelo social, no tienen más remedio que convertirse en referentes y simplemente por responsabilidad, deberían anteponer el bien común a cualquier interés partidista. Dirán que es utopia. ¿Y qué? ¿Hay que conformarse acaso?.
Sería este un buen momento para empezar a profundizar en los valores democráticos, posibilitando más participación interna dentro de los partidos políticos, sin que los egos personales lo impidan.
Espero que no ocurra lo de siempre, ya saben, que todo se reduzca a la estética post-electoral al uso. Máscaras de normalidad que ocultan una euforia excesiva por el triunfo, o estados de convalecencia que no tienen razón de ser, porque quien juega a la política debe tener asumido el riesgo de perder.
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