Los malos
¡Oh, Fabio!
¿Es mejor Echenique que Abascal? ¿Iglesias que Rajoy? ¿Olona que Robles? ¿Bendodo que Esperanza Gómez?
Uno llega al tema de la columna del día por los caminos más insospechados. A Joaquín Albaicín lo sigo en la distancia desde sus tiempos de la revista Punto y coma, hace ya más de treinta años. Escritor gitano y moderno de los ochenta, su árbol genealógico es al arte lo que el de los Habsburgo a la realeza. Sus tíos abuelos fueron los bailaores María de Albaicín, artista de cine mudo y musa de Serguéi Diághilev, creador de los Ballets Rusos, y Miguel Albaicín, pareja de La Argentinita. Él mismo es hijo de torero y bailaora, dos campos de la creación al que ha dedicado gran parte de su labor como periodista y escritor. La última noticia que tengo es que anda viviendo por Fuente de Cantos (vaya usted a saber por qué) y escribe crítica literaria y cosas de espías en diversas revistas. El otro día colgó un tuit en el que extraía una frase de un artículo de Ramón Aymerich en La Vanguardia a propósito de John Le Carré: "Como él nos enseñó, tras la defensa retórica de ideales nobles hay a veces malas personas. Y al revés. Detrás de lo que es el mal se esconden también buenos tipos a quienes ha tocado jugar en el lado equivocado".
Excepto casos muy concretos de maldad con resultados monstruosos es difícil saber cuál es el lado correcto de la historia. Probablemente porque no exista. Por eso me maravilla la capacidad que tienen algunos por autoproclamarse en el bando del bien absoluto y de pedir el extermino (si no físico, sí moral o político) de los que consideran en las antípodas de sus ideas. Frente a eso, es muy importante fijarse en las personas, en los políticos de carne y hueso, más que en las fantasmagorías ideológicas, que muchas veces no son más que excusas para ejercer el poder, ese gran becerro de oro que todos los del gremio adoran. ¿Es mejor Echenique que Santi Abascal? ¿Pablo Iglesias que Rajoy? ¿Macarena Olona que Margarita Robles? ¿Bendodo que Esperanza Gómez?
Siempre que analizo a un político actual me hago una pregunta (muy en voz baja, sin que nadie se entere): ¿cómo habría actuado en la Guerra Civil? No es un tema baladí, porquen en aquel conflicto hubo gente que se comportó con piedad, aún convencidos del bando en el que luchaban, y otros que se entregaron a la orgía de sangre sin recato alguno o simplemente fueron cobardes o cínicos. Los obispos de entonces pensaban que el bien estaba de parte de los nacionales y el Komintern todo lo contrario. Pero, uno por uno, ¿quién era bueno y quién malo? Sé que hay gente que lo tiene clarísimo, aún sin conocer las biografías de los juzgados. Esos, probablemente, son los peores.
También te puede interesar
El balcón
Ignacio Martínez
Trump asusta y contagia
El catalejo
La culpa, del otro
Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
La sana costumbre de leer a los malos