Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

De aquellos polvos

El dictador Franco practicó con fe el subsidio catalán que ya en 1839 advirtió Stendhal

Uno de los rasgos de la argumentación tramposa es hacer pasar por necesario para todos lo que en realidad le conviene a uno. ¿Trampas, hombre? Vale, podríamos ser más indulgentes con la condición humana, ya que todo humano tiende por lo general y como sin darse cuenta a barrer para casa, y es en esto o aquello un poco puritano, es decir, de poca ética o que ostenta una autoindulgente: suavizo mi codicia, visto de verdad mi mentira, me fabrico un bucle intelectual que me haga no sentir falaz o granuja. Como además cuando uno es insultado -por ejemplo, de pertenecer a una población que roba a otra, y hacerlo de forma secular-, también cree tener una coartada moral y estar en su derecho de contraatacar, traeremos aquí de nuevo aquellas reflexiones del escritor realista francés Stendhal, que fue funcionario napoleónico y conocía bien las cuestiones administrativas y fiscales: "Los catalanes piden que todo español que hace uso de telas de algodón pague cuatro francos [por unidad] al año, por el solo hecho de existir Cataluña. Por ejemplo, se fuerza al español de Granada, La Coruña o Málaga a no comprar los productos británicos de algodón, que son excelentes y que cuestan un franco la unidad, sino que utilice los productos de algodón de Cataluña, muy inferiores, y que cuestan tres francos (…) quieren seguir disfrutando de los privilegios comerciales que con su influencia y extorsión lograron de la monarquía absoluta".

Cierto es que esto fue escrito en el Diario de un turista, allá por 1839, pero cabe aplicar aquí lo de "de aquellos polvos, estos lodos". Un siglo más tarde, el dictador Franco también hizo todo lo que pudo -que fue mucho- para proteger a la industria pañera catalana, haciendo que todos los demás españoles compráramos sus telas, aún más caras y peores que otras inglesas. Incluidos sus paisanos gallegos, o los andaluces, ambos pueblos condenados por el General al erial industrial, a la economía primaria menguante, y a la cruel emigración: América, norte de Europa, País Vasco… y Cataluña. Más madera en forma de mano de obra para su industria subsidiada. Partimos de la certeza de que en el origen de la reclamación de independencia vigente en Cataluña por parte de entre un tercio y algo más de la mitad de la población hay un magma económico, más o menos maquillado: España nos roba, la balanza fiscal. Mas se olvida, oh, que hay una balanza comercial, tan a favor de Cataluña, que está en el origen de la fiscal. Y que, ataque de cuernos con la fiscalidad vasca aparte, la economía es también histórica.

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