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Niños adoptados: escucharlos más y medicarlos menosUn foro en el Clínico para reflexionar sobre la infancia y la adolescencia

  • Expertos alertan que se etiquetan como trastornos casos que son producto de la adaptación

Niños adoptados: escucharlos más y medicarlos menosUn foro en el Clínico para reflexionar sobre la infancia y la adolescencia

Niños adoptados: escucharlos más y medicarlos menosUn foro en el Clínico para reflexionar sobre la infancia y la adolescencia

Muchos niños adoptados vienen de países con otro paisaje, otro idioma, otros sabores, otra luz... Cualquiera de sus conductas que se salga de lo normal, se suele achacar a su carga biológica, etiquetar como una patología y tratar indebidamente con fármacos. Los expertos advierten del error que supone este enfoque en la amplia mayoría de los casos. "Simplemente son niños sanos en una situación de transición y no significa que haya que medicarlos", aclaró Beatriz Janín, experta internacional en infancia y adolescencia.

El jefe de Salud Mental del Clínico, Rafael del Pino, insistió en el mismo sentido: "La adopción no es un proceso patológico". Janín explicó que con frecuencia si el niño es adoptado y se mueve mucho se suele etiquetar como TDA (trastorno por déficit de atención). "Y es un disparate, porque los niños no pueden defenderse y quedan atrapados en un diagnóstico que les sella la vida", apuntó la experta. La psicóloga del Clínico Susana Ortigoso comentó en esa línea que en una ocasión un adolescente diagnosticado de TDH (trastorno de déficit de atención por hiperactividad) le confesó que esa etiqueta la había "destrozado la vida".

Alertan que ante un uso indebido de fármacos, el niño no puede elegir ni defenderse

Así que los expertos recomiendan escuchar más a los niños adoptados. En resumen, medicarlos -cuando los fármacos sean necesarios-, pero no medicalizarlos -que es el término que se utiliza para referirse al uso de medicamentos cuando no hacen falta-. Janín incluso explicó que se suelen hacer diagnósticos que se achacan a su carga biológica, que se etiquetan como un trastorno y se medicalizan. A veces, dijo, los niños adoptados "si se mueven más no es por un gen de TDH, sino porque tienen que procesar el cambio, sobre todo si tienen más de un año; porque generalmente vienen de otro idioma, otro paisaje, otra luminosidad".

Además, esta experta argentina matizó que no es lo genético lo que marca. "Los genes sólo se activan con la historia. Si se ubica todo en lo biológico, se está biologizando la vida, se está negando la historia y si se niega la historia, le estamos coartando su futuro", argumentó. Janín participa en el II Foro sobre Infancia y Adolescencia que organiza el área de Salud Mental del Hospital Clínico y que este año se dedica a la adopción. La experta advirtió sobre la tendencia a encasillar como patología todo aquel comportamiento que se salga de la norma. Casos que se etiquetan como trastorno. "Cuando en realidad los estamos trastornando nosotros", sostuvo.

El TDH suele ser el trastorno que con más frecuencia se adjudica a los niños adoptados.

Los especialistas hacen un llamamiento a docentes, sanitarios, trabajadores sociales y otros profesionales que trabajan en el ámbito de la adopción a ir con pies de plomos para no etiquetar como trastorno el proceso adaptativo del niño ni prescribir fármacos a la ligera. Los expertos advierten que a veces se diagnostica en poco tiempo y "no se escucha la historia" ni de los niños adoptados ni de los padres adoptantes. "Los niños también son seres complejos, hay que pensarlos en esa diversidad. No estamos determinados por la biología, ni por la genética", afirmó Janín. Incluso, denunció la "masiva" medicalización -prescripción de fármacos cuando no son necesarios- de la infancia. Una situación frente a la que los pequeños no pueden elegir ni defenderse. Y fue más allá de la adopción, al recordar que la infancia y la adolescencia cambian, "porque cambia la sociedad". Apuntó que los niños de ahora son diferentes a los de hace 40 años. "Decimos que están conectados todo el tiempo a las computadoras [ordenadores], pero miremos alrededor [a los adultos]. Muchos niños terminan medicalizados porque los adultos no soportan como son", reflexionó.

Sobre el momento idóneo para explicar al menor que es adoptado, los especialistas recordaron que antiguamente, se sostenía el secreto en la familia. Luego, cuando si el niño tenía dificultades de aprendizaje, se vinculaban a la adopción, cuando en realidad no era la adopción, sino la losa de ese secreto. Ortigoso sostuvo que nunca se debe ocultar su origen al niño y que el ritmo lo marca el propio menor. "Hay que contestarle a lo que pregunte", explicó. Es decir, vivir con normalidad la situación. Del Pino, aclaró que "sin frivolizar", la explicación debe darse cuando llegue el momento: "Igual que cuando se le dice quienes son los Reyes".

El Hospital Clínico reúne estos días a un centenar de profesionales de centros sanitarios y educativos públicos en el II Foro sobre Infancia y Adolescencia. En esta ocasión, el encuentro se centra en la adopción. "Es un proceso largo, lleno de emociones, sentimientos y satisfacciones, pero también es un proceso complejo que implica algunos retos y tareas específicas que, en ocasiones, pueden dar lugar a conflictos y crisis en el seno familiar", explicó el responsable de Salud Mental del hospital, Rafael del Pino.

El psiquiatra manifestó que el encuentro apunta a crear un espacio en el que "pensemos juntos para poder escuchar a los niños".

La psicóloga de la Unidad de Salud Mental del Clínico Susana Ortigoso insistió en que "la mayoría de los niños adoptados están psicológicamente sanos, pero tienden a exhibir más problemas emocionales y del comportamiento que los hijos biológicos". Las familias suelen solicitar asistencia profesional por estos 'trastornos'. "Muchos niños adoptados, ante las dificultades que pueden presentar, son etiquetados con trastornos disociales, opcionistas, desafiantes como si la adopción les dejara en el lugar del déficit, ubicando la causa en la biología, y no haciéndose cargo de que la adopción implica, tanto para el niño como para los padres, un importante trabajo de filiación y de construcción de vínculos", manifestó la psicóloga.

En las ocho unidades de Salud Mental Comunitaria con las que cuenta el Clínico fueron atendidos el año pasado unos 4.000 menores y en la Unidad de Salud Mental Infantil y Juvenil (USMI-J) se dio asistencia a 1.240 niños; 937 varones y el resto niñas.

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