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Una competición entre partidos por demostrar cuál es el más andalucista y con Cataluña como telón de fondo. Estas son las dos características que comparten el 4 de diciembre de 1977, cuando un millón y medio de andaluces salieron a las calles a pedir autonomía, y este 4 de diciembre de 2023, cuando cada organización conmemora con retrovisores esa efeméride que es pura historia para buena parte de los actuales andaluces. Casi cinco de los 8,5 millones de habitantes de la comunidad nacieron después de esa fecha.
¿Y el 28-F? ¿Qué es el 28 de febrero, cuando se celebra de modo oficial el Día de Andalucía, la jornada sin colegios ni trabajo? Tres años después de aquellas reivindicaciones de 1977, en febrero de 1980 y en plena Transición, se celebró en Andalucía el referéndum para decidir si los andaluces querían una autonomía plena. El Gobierno de UCD, presidido por Adolfo Suárez, accedió a regañadientes a convocar la consulta, de la que fue artífice quien era entonces el presidente de una Junta aún preautonómica, Rafael Escuredo.
Tanto UCD como Alianza Popular (precedente del PP) se opusieron a esta vía. No así, el Partido Socialista de Andalucía -antes PSA y PA en sus últimos momentos- ni algunos dirigentes andaluces de la UCD, como Manuel Clavero. Este era ministro de Suárez y dimitió como tal por la posición de su partido. El PSOE, partido al que pertenece Rafael Escuredo, aprovechó el rechazo de la derecha andaluza a la autonomía para arrinconarla durante décadas como una organización contraria a los intereses de la comunidad. Lo mismo ocurrió con el PSA de Alejandro Rojas Marcos, aunque para eso fue necesaria una maniobra política más compleja que tuvo que ver cómo se resolvía el resultado del referéndum del 28-F.
El caso es que el Partido Andalucista pasó al imaginario de buena parte de la opinión pública andaluza de la década de los ochenta como un partido traidor y el PSOE consiguió alzarse como gran vencedor del andalucismo.
Cuando el PP logró conquistar la Junta en 2018, el presidente Juanma Moreno comenzó a flirtear con el andalucismo. Alejandro Rojas Marcos, ex líder andalucista, le propuso señalar el 4 de diciembre como festivo, que era una fecha que siempre había reivindicado la izquierda y que el PSOE miraba como un efeméride menor. Y así fue, Moreno recogió el guante, fijó como fiesta el 4-D, pero laborable. Como no podía ser el Día de Andalucía, le llamó el Día de la Bandera.
Ese 4 de diciembre de 1977, que es el que se recuerda, hubo manifestaciones en todas las capitales andaluzas y en Barcelona, donde la migración del sur era muy fuerte, para reivindicar una autonomía. Se trataba de conseguir una vía similar a la de Cataluña y el País Vasco. Su espíritu no era anticatalán ni critico con el autogobierno de la Generalitat, sino mimético. Las manifestaciones fueron masivas, más de millón y medio de personas se echaron a las calles, y en Málaga murió un sindicalista, Manuel José García Caparrós, por un tiro que disparó un agente de la Policía Armada.
Hasta entonces, hasta esos finales año setenta, todos los partidos abogaban por la vía autonómica para Andalucía, incluida la UCD y AP. En 1978, quien era presidente preautonómico, Plácido Fernández Viagas, convocó a las principales formaciones al llamado Pacto de Antequera. Todas firmaron, pero los avances que consiguieron los partidos nacionalistas catalanes y vascos hicieron que el Gobierno de la UCD retrasase y se opusiera a la vía andaluza, porque temía que el PSOE lograse gobernar en la comunidad. Sin embargo, la presión política andaluza consiguió forzar el referéndum.
En este 4 de diciembre de 2023 se reproducen las batallas del PSOE, PP y las izquierdas por la competencia del andalucismo. Juanma Moreno ha querido centrar esta festividad en la igualdad que Andalucía se ganó en 1980 frente a los acuerdos de legislatura de Junts y ERC.
Y aunque hay circunstancias similares, no es lo mismo, Andalucía no aspira ahora a gestionar todos los impuestos como desea ERC y Junts para Cataluña ni tiene las ambiciones de nuevas transferencias, como las Cercanías. El PP y unas organizaciones civiles convocaron el pasado domingo una concentración en Sevilla con estos ingredientes para emular el 4-D, y el resultado fue que no reunieron más de 3.000 personas en una plaza de Sevilla.
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