El trasvase de tripas

Las encuestas electorales también tienen sus tripas. Y como la casquería que se esconde en el seno de los animales son más sabrosas que sus resultados epiteliales. Todo los sondeos publicados en los últimos días indican que el electorado socialista está desconcertado, y de ahí se explica buena parte de la subida del PP de Javier Arenas en Andalucía. Gran parte, pero no toda. Varios sondeos -los más serios y prudentes, incluido nuestro Barómetro Joly- muestran que se está produciendo un trasvase de votos de antiguos electores socialistas hacia el PP, de en torno al 10%. A algunos le dan ocho y a otros, 12. Esta migración, de ampliarse, sería letal para el PSOE andaluz, porque el efecto en este caso es el doble. Si el PSOE pierde un punto en favor del PP, la distancia que se abre es de dos.

Conde-Pumpido enfoca

Varios líderes del PP han cuestionado a la Fiscalía Anticorrupción porque no se empleó a fondo en el caso Mercasevilla, la investigación que originó el caso de los expedientes de regulación de empleo (ERE). El fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, reaccionó el viernes en Sevilla más que molesto. Quien denunció el presunto soborno a los empresarios del restaurante La Raza por parte de unos directivos del mercado central sevillano fue la Junta. Sí, el ex viceconsejero de Empleo, Agustín Barberá, envió a la Fiscalía de Sevilla el 16 de febrero de 2009 la cinta en la que se oía a los jefes de Mercasevilla hacer la proposición a los dueños de La Raza: una escuela de hostelería que subvencionaría la propia Consejería de Empleo. A cambio, querían 450.000 euros. Al oír la propuesta, los de La Raza se pusieron en contacto con quien era uno de los hombres de Manuel Chaves, Juan Gallo, y la Junta adoptó la decisión de denunciar los hechos a la Fiscalía. ¿Y qué hizo la fiscal jefe de Sevilla, María José Segarra (en la foto) con ello? Lo contó hace unos días en un comunicado: abrió diligencias de investigación penal, encargó un informe a la Policía Judicial que obtuvo el 7 de abril de 2009, reclamó a Empleo todas las ayudas concedidas en los últimos cuatro años y, además, a partir del 20 de abril tomó declaración a todos los sospechosos. Pero, el 24 de abril de 2009, el candidato del PP en Sevilla, Juan Ignacio Zoido, magistrado de profesión y ex juez decano de la ciudad, presentó una denuncia por este mismo asunto en los juzgados sevillanos. Y en cumplimiento de un artículo de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (el 773.2), la Fiscalía tuvo que cesar en la investigación y pasarla a la jueza de turno; en este caso, la del seis, Mercedes Alaya. ¡Lo que saben los jueces! El caso, por tanto, permaneció dos meses y ocho días en manos de la Fiscalía, y actuó. Con el tiempo, la jueza Alaya tiraría del hilo que llevó del Mercasevilla al caso de los ERE. Estos hechos relatados no restan ni un ápice de gravedad ni de responsabilidad política a los responsables de la Junta involucrados en el caso de los ERE, pero no pueden borrar el hecho de que la Fiscalía cumplió con su papel y que una decisión del Gobierno andaluz fue la que destapó esta caja de los truenos. Se desconoce si algunos están arrepentidos.

Los espadas de Espadas

Alfonso Guerra, ya lo sabrán, cierra la lista del PSOE en Sevilla, la que lidera Juan Espadas. Pero antes, después o al mismo tiempo, el candidato socialista también le propuso algo parecido a otro militante histórico: el ex presidente andaluz Rafael Escuredo. Éste se mostró favorable a hacer campaña junto a Juan Espadas, por quien, por cierto, tiene bastante estima, pero no le pareció útil cerrar una lista. El caso es que fue, finalmente, Guerra el que le puso broche a la nómina sevillana. Escuredo y Guerra, que no se deben querer mucho, puesto la dimisión del primero está muy relacionada con el poder del segundo, coincidieron el lunes en la celebración del Día de Andalucía en Sevilla.

No están tiesos: diferentes

El cartel de la candidata del PA a la Alcaldía de Sevilla, Pilar González, es diferente. Ése es su lema. Si ese era el objetivo, está más que conseguido. Su fotografía en blanco y negro, realizada por un ingeniero reconvertido al mundo de la imagen, llama la atención. Las letras son blancas, rojas y negras. El pasado miércoles, un parlamentario socialista, después de decirle que salía bastante guapa, le preguntó si lo del blanco y negro se debía que estaban "tiesos". De dinero, se supone, porque otros salen más estirados y tiesos que una mojama en el taxidermista. El cartel es en color; la imagen, en negro. Eso, diferente.

HAY ciudades enredadas en un bucle histórico. El sondeo electoral que hoy publicamos sobre Jerez es muy parecido al de ocho años, con sus mismos personajes, aunque con distintos papeles. Por entonces, había un alcalde que se derrumbaba -Pedro Pacheco-, y dos mujeres aspirantes a desalojar del trono al que llegó en las elecciones de 1979: María José García-Pelayo, por el PP, y Pilar Sánchez, por los socialistas. En aquella ocasión, el PSOE detectó mejor que nadie el rechazo que Pacheco cosechaba en la ciudad, y sólo Pilar Sánchez se atrevió, entre las filas socialistas, a plantar cara a un alcalde que se suponía imbatible. Al día de hoy, los personaje son los mismos, pero sus fortunas y desdichas se han intercambiado.

Como temía la Ejecutiva provincial socialista dirigida por Francisco González Cabaña, Pilar Sánchez se hunde. La discusión sobre las causas sólo encontraría hueco en el marco de un culebrón arquetípico de buenos, malos y peores, pero lo cierto es que Pilar Sánchez está peor valorada que la marca PSOE, que ya es decir. La ejecutiva provincial no sólo ha sido observadora de la caída, sino también actora. "Tiene razón Paco, pero se ha equivocado al verbalizarlo", comentó a este medio no hace más de una semana un muy alto cargo de la dirección andaluza del PSOE. Por Paco se refería, claro está, a González Cabaña.

Pacheco retorna, y con una marca difícilmente identificable con su persona -Foro Ciudadano-, obtiene cinco concejales con una tendencia al alza. Y María José García-Pelayo cuenta con el concejal de oro necesario para gobernar en solitario.

Pero el sondeo muestra un panorama dinámico, y adelanta una batalla clara: Pacheco contra García-Pelayo. Don Rodrigo y las tropas de Tariq a orillas de un Guadalete incierto, como en el año 711. Aquella batalla que supuso el fin de un débil Estado visigodo tuvo lugar en el citado río. O en otro cercano, quién sabe, pero en las municipales del 22-M no va a darse otro escenario tan reñido como el de la ciudad del Guadalete.

Sólo si el anterior alcalde andalucista resta votos entre los apoyos populares podrá obtener la opción de pactar con los socialistas e, incluso, si se coloca como segunda fuerza, jugar con la posibilidad de volver a ser regidor.

Sin embargo, en un panorama tan convulso como el Jerez de los últimos años, los aires de sosiego corren a favor de García-Pelayo, quien si no fuera por el remake de Pacheco, aún se saldría más del mapa electoral. Va muy segura, y ha aprendido en propia carne de crudas experiencias pasadas.

Ahora bien, para comprender bien el curso de esta batalla, no menosprecien el papel del PSOE. Mañana o el martes, Cabaña y Pilar Sánchez firmarán una tregua en forma de lista de consenso, una nómina que, como la de Sevilla, llevará sus independientes y algún que otro u otra periodista de la ciudad. Y quién sabe si un posible tapado por si el PSOE tiene la opción de gobernar sacrificando a Pilar Sánchez. La dirección regional del PSOE no quiere perder la plaza: al fin y al cabo, después de Sevilla, es la siguiente en número de población de las que tiene en Andalucía.

De traca. García-Pelayo, Javier Arenas y Antonio Sanz, que también es jerezano, dispuestos a defender la victoria demoscópica del PP; el PSOE, que no sólo se juega una plaza, sino una noche de ridículo, y un siempre impredecible Pedro Pacheco que vela sus armas estos días para una enorme batalla.