28-F: Educación y cultura

El consumo cultural está limitado por la educación

  • En conciertos, compra de música, ópera, teatro y cine estamos por debajo de la media nacional.

La buena salud cultural de una comunidad viene dada en mayor medida por la cantidad y calidad del consumo de cultura que por la creación. De lo primero depende lo segundo si no se quiere encallar en la cultura subvencionada, ni sucumbir al elitismo que reserva el disfrute de la cultura más exigente a una minoría. A mayor nivel educativo, mayor calidad del consumo cultural. Lo ideal sería que el apoyo institucional a la cultura se limitara a lo patrimonial. Desde los museos a los monumentos, pasando por las orquestas, la música antigua o el folclore: por tratarse de un bien común, que no puede depender del  mercado. Y que el apoyo a la creación se entendiera como una medida transitoria que compensara las deficiencias educativas hasta que se subsanaran.

Desgraciadamente desde el primer antecedente moderno de intervención estatal en la cultura –Giorgy Lucaks haciéndose cargo de de la Comisaría de Educación y Cultura de la República Comunista Húngara de 1919 para “democratizar la cultura”– hasta hoy, pasando por la creación de los modernos ministerios de Cultura a partir de 1959, se ha ido instituyendo un mecenazgo público de la creación que en los últimos años ha sido paralelo a una pavorosa caída educativa. Ello ha tenido tres efectos perniciosos: el apoyo público a la creación ha dejado de ser una medida transitoria que suple desequilibrios educativos, para normalizarse como obligación de la Administración y exigencia de los creadores; el nivel medio de la calidad del consumo cultural ha descendido, a causa del debilitamiento educativo; el disfrute de la cultura más exigente se restringe cada vez más a las elites. Por lo tanto, el primer dato relevante para hacer una reflexión sobre la salud cultural de Andalucía es su mala salud educativa.

Somos la penúltima comunidad en lectura según el Barómetro de hábitos de lectura y compra de libros. En compra de música ocupamos el noveno puesto entre las comunidades, encabezando con un 30,8% a las que se sitúan por debajo de la media nacional. La presencia pública es apabullante en las salas de concierto: un 75,3% frente a un 14,8% de salas privadas y un 3,3% mixtas; lo que no impide que ocupemos el undécimo lugar entre las comunidades, cuatro puestos por debajo de la media española. Contamos con cuatro orquestas sinfónicas (Granada, Málaga, Córdoba, Sevilla) que dependen de las subvenciones públicas. A ellas habría que sumar la extraordinaria Orquesta Barroca de Sevilla y la de Granada. Menos de treinta tiendas de música continúan abiertas a causa de la competencia de las grandes superficies y de las descargas piratas.

En la asistencia al teatro ocupamos el decimotercer lugar nacional, cinco por debajo de la media. Si se trata de la ópera bajamos un puesto más y siete por debajo de la media. Nuestra oferta de espacios escénicos se mueve en cifras parecidas: el decimocuarto lugar nacional y el octavo por debajo de la media.

En asistencia al cine ocupamos el undécimo puesto y el sexto por debajo de la media, aunque Málaga y Sevilla son la quinta y la sexta ciudades españolas con mayor recaudación, resultados lastrados por la escasa frecuentación del cine en Cádiz (12) y sobre todo en Granada (18), Córdoba (23), Almería (26), Huelva (34) y Jaén (35).

El consumo de televisión nos enfrenta a la comprensible y desoladora (dado el nivel medio de la programación) realidad de que el único segmento en el que ocupamos un lugar destacado, el segundo, es en el consumo de televisión: 276 minutos diarios y medio favorito para el entretenimiento del 56% de los andaluces. Esto encaja con los datos anteriores y enlaza con nuestro déficit educativo. Dada su línea de programación, y visto todo lo anterior, se entiende que Canal Sur sea la televisión autonómica que goza de mayor seguimiento, con un 17,7%. Crece hasta un 19,6% el uso de internet vinculado al ocio mientras decrece en tres puntos la lectura de prensa escrita y la radio desciende a un 15,6%.

Estas realidades deberían inducir al trabajo, no al desánimo. Lo que desanima es la duda razonable de que se haga.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios