GUERRA DE UCRANIA

"Hay niños ucranianos que pasaron 40 días escondidos debajo de las camas"

Refugiados ucranianos recibidos por sus familias de acogida en Sevilla

Antes de que estallara la guerra entre Rusia y Ucrania, Mariam Zafra acogía cada verano a Vitaly, Yana y Vika, tres hermanos ucranianos. Desde hace casi 15 años, esta sevillana abría su hogar para que los niños procedentes de Chernobyl disfrutasen junto a ella. Así conseguían una mejora en el estado de salud durante el periodo estival. Hoy la situación ha cambiado radicalmente. 

"Vitaly y Vika estaban en Ucrania cuando empezó el conflicto. Vitaly ya era mayor de edad y no pudo salir de Ucrania porque iba a ser reclutado para la guerra", cuenta Zafra. "Además de este varapalo, para que Vika pudiese volver a España, Yana, la hermana mayor que ya residía en España, tuvo que viajar a Cracovia en avión para entrar en Polonia y convencer así a la Policía polaca para que les permitieran escapar. Afortunadamente lo consiguieron", narra la representante de madres ucranianas en Andalucía, Extremadura y Melilla. 

"Ahora, Vika se está formando para ser monitora de guía turística en el Instituto San Pablo de Sevilla, donde ayuda a los niños ucranianos que ya estaban aquí e incluso a los que llegan. Intenta hacer su vida, pero su corazón está roto", continúa Zafra, que abandera la solidaridad andaluza desde hace casi 15 años. La sevillana acoge desde mucho antes de que empezara la guerra entre Rusia y Ucrania a tres niños de Chernobyl, por lo que el hilo conductor entre fronteras siempre ha estado presente. 

Yana y otra niña ucraniana recibiendo instrucciones para la guerra/M.G. Yana y otra niña ucraniana recibiendo instrucciones para la guerra/M.G.

Yana y otra niña ucraniana recibiendo instrucciones para la guerra/M.G.

Desde que la guerra estalló, las 'familias solidarias' abrieron sin pensarlo las puertas de sus hogares. "Nos ofrecimos a cuidar a los refugiados como si fueran nuestros hijos y lo hacemos de verdad y con cariño", comenta Zafra. "Son un miembro más de la familia, aprenden muy bien y la mayoría se involucran muchísimo. Lo más importe es que su salud mejora incomparablemente. Son menores huidos de un conflicto bélico, con problemas de salud física y mental. Necesita mucho amor", apunta. "Alguno de estos niños pasaron 40 días escondidos debajo de las camas por miedo a los soldados chechenos".

Vika practicando con un arma antes de la guerra/M.G. Vika practicando con un arma antes de la guerra/M.G.

Vika practicando con un arma antes de la guerra/M.G.

La representante explica que, dentro tanta desgracia, la unión con las familias ucranianas y la confianza que estas depositan en su solidaridad, hace que todo merezca la pena. "Esto es para toda la vida. Es una experiencia muy difícil, dura y extrema. Es complicado asumir que muchos de los niños siguen con las alarmas de las bombas en sus teléfonos móviles", explica con tristeza Zafra. "A veces se nos encoge el corazón cuando pensamos que, si la familia natal exige que los niños vuelvan, nosotros no podemos resistirnos. Imaginarnos que 'nuestros' niños puedan convivir con los rusos a menos de 2 kilómetros, es muy frustrante", recalca. 

Mariam Zafra, Vitaly, Yana y Vika, antes del inicio de la guerra/M.G. Mariam Zafra, Vitaly, Yana y Vika, antes del inicio de la guerra/M.G.

Mariam Zafra, Vitaly, Yana y Vika, antes del inicio de la guerra/M.G.

La vida de Mariam Zafra dio un giro radical hace ya 12 meses. "Mi día a día nunca ha vuelto a ser igual. Tus prioridades cambian y la preocupación por esos niños no cesa ni un sólo día. Hay madres que quieren morir con sus hijos, y tienes que hacer de tripas corazón y acatarlo. Este año he visto lo peor pero, sobre todo, lo mejor de las personas", concluye. 

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