Andalucía

El pintor de la Constitución

  • El pintor gaditano colgará hoy el Congreso una obra con retratos de los siete redactores de la Carta Magna española de 1978 · El caché del artista se sitúa en torno a más de 50.000 euros por cuadro

El pintor Hernán Cortés Moreno (Cádiz, 1953) entrará hoy por la puerta grande del Congreso de los Diputados con un políptico que retrata a los siete padres de la Constitución de 1978: Gregorio Peces-Barba, Gabriel Cisneros, Miquel Herrero de Miñón, Miguel Roca, José Pedro Pérez-Llorca, Jordi Solé Tura y Manuel Fraga, y que lo sitúa, sin ningún género de dudas, a la altura de los grandes retratistas españoles que inmortalizaron en cuadros alegóricos a los políticos españoles más relevantes de la historia parlamentaria ( José Casado del Alisal, Joaquín Sorolla, Federico y Ricardo de Madrazo, Teófilo de la Puebla, Juan Antonio Benlliure, Manuel García Hispaleto, etc.) La obra de siete piezas, cuyo coste se puede considerar razonable dado el caché de Hernán Cortés (algo más de 50.000 euros por cuadro), será inaugurada por el presidente del Congreso, José Bono, y quedará colgada de forma permanente en la Sala Internacional, que pasará a denominarse Sala Constitucional.

Pocos días antes de que los redactores de la Carta Magna reciban este merecido homenaje, acordado por la Mesa del Congreso el 10 de enero de 2008 con motivo del treinta aniversario de la vigente Constitución española (bajo la presidencia en Manuel Marín), Hernán Cortés abre las puertas de su casa y de su estudio en Madrid al Grupo Joly para relatar lo que ha pintado con el pincel de forma tan magistral.

Honrado por haber recibido uno de los encargos de más envergadura realizado por el Congreso de los Diputados en su historia reciente, Hernán Cortés se congratula del homenaje que a través de su obra reciben "una serie de personas que tanto trabajaron por el buen entendimiento de los españoles". "En un país como el nuestro, tan poco dado a mostrarse agradecido con sus mayores, pues está muy bien participar en un homenaje tan merecido". Además, subraya que el proyecto ha supuesto para él una oportunidad para "investigar en el retrato institucional del siglo XXI".

Rodeado de retratos de amigos de juventud y de amores presentes y pasados, parapetado tras la omnipresencia de sus padres a través de fotos, retratos y alguna caricatura, Hernán Cortés desvela que su compromiso con "lo contemporáneo" para lograr un "conjunto sencillo", alejado de la "pomposidad que acompaña a estos retratos alegóricos", para que se vea "cómo se comportan y cómo se mueven los políticos de la sociedad democrática".

Desde una libertad artística casi absoluta, pactada (la Mesa del Congreso sólo le pidió que los constitucionalistas tuvieran el aspecto de 1978) y gestionada durante el proceso creativo aceptando aparentemente sugerencias para hacer lo que le dicta su pincel, el pintor gaditano asegura que con este políptico ha buscado denodadamente la "unidad". "Todos querían que en la obra no sobresaliera nadie, y la elección del políptico facilitó que se pudiera respetar la singularidad de cada uno con las siete piezas, pero dando, a la vez, una visión de unidad", explica Hernán Cortés.

Sobre un parqué en el que miles de salpicaduras de pintura deslucidas y relavadas conforman el suelo, la vida y obra de un pintor que se siente veterano, el artista gaditano resalta el "tratamiento ligero y distanciado" de este conjunto. "Ha sido importante que me hayan encargado esta obra siendo ya un pintor veterano. La conciencia del desafío hubiera llevado a un pintor bisoño a echarle tanta ilusión que hubiera podido asfixiar la obra", agrega el pintor de los constitucionalistas.

En su opinión, el distanciamiento y la ligereza le han permitido retratar las figuras "con líneas" para que "las cabezas estén más construidas, y los personajes se identifiquen mejor", y restarles "pesadez y grandilocuencia". "Los constituyen han coincidido en que éste ha sido el tratamiento más oportuno", remacha exhibiendo una sonrisa de satisfacción que se convierta fácilmente en carcajada contagiosa.

En el proceso creativo, Hernán Cortés destaca que se ha servido para completar la obra de documentación de hemerotecas y agencias de fotografía y del posado natural de todos los padres de la Constitución, excepto Jordi Solé Tura, enfermo de alzhéimer (pocas horas después de esta entrevista moría en Barcelona a los 79 años), y Gabriel Cisneros, fallecido poco antes del encargo. Al ex ministro de Cultura y ex militante del PSUC asegura que acudió a visitarlo a Barcelona, pero la enfermedad le impidió que posara. Y sobre el veterano diputado del PP y ex dirigente de la UCD, mantiene que "grandes retratos de la pintura son póstumos", y cita como ejemplo el retrato de Giovanna Tornabuoni, obra de Domenico Ghirlandaio.

Sobre la relación con estos constituyentes durante los posados y el anectodario acumulado, el pintor gaditano apenas si recuerda que Fraga, citado a las nueve de la mañana, llegó a su casa entre treinta y cuarenta minutos antes. La soberbia discreción que atesora, fruto posiblemente del culto familiar al secreto profesional de su padre, médico de profesión, no da para más en este apartado. Eso sí, sin pasar la raya roja de la confidencialidad, subraya que "todos hablan bien de todos" y que coincidieron en el "espíritu de construcción y de consenso que había pese los escollos que tuvieron que superar".

Superado este trance, Hernán Cortés se adentra a describir la obra en su conjunto, con Miquel Roca de frente y en centro por "azar y por una razón pictórica" y con Peces-Barba, de perfil, y Fraga, de medio perfil, cerrando. "Para guardar la unidad tienes que cerrar el políptico con cierta contundencia para que no sea monótono. Y jugar con perfiles, frente, medios perfiles hacia fuera, medios perfiles para dentro. Cisneros y Pérez-Llorca son los que tienen más movilidad, y el resto está más estático. Forman un equilibrio dentro de conjunto".

Y, con ciertas reticencias por los matices que siempre se escapan, el artista andaluz se presta también al análisis psico-pictórico de cada una de las siete piezas: "El aire profesoral de Peces-Barba me ha pesado a la hora de representarlo. Herrero de Miñón aparece como un hombre preciso y muy agudo. Roca es cordial pero a la vez distante en el buen sentido de la palabra. De Pérez-Llorca su sentido de la ironía es más que notable. Fraga es carácter; venía de ser embajador en Londres y eso se notaba en su manera de comportarse y de vestirse. Cisneros era una persona muy práctica y muy activa, y tiene tendencia al apasionamiento. Solé Tura es ponderado, equilibrado y con bondad natural, y atesora la precisión en la mirada de un hombre inteligente. En él hay una manera de vestir de aquella época, de intelectual de izquierdas que había vivido en París". Con la luz de Cádiz atrapada en sus cuadros compitiendo ya con la de Madrid por dominar el estudio y bajo la atenta mirada de la treintena de españoles que protagonizaron el advenimiento de la democracia a España (encargo del Senado), Hernán Cortés proclama que, en general, "los momentos de construcción (como la Transición) dan más fuste a sus protagonistas", completando el mayor elogio que pueden recibir los padres de la Constitución tras ser inmortalizados con una sencillez magistral.

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