La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

La privatización de la sanidad no existe

La colaboración público-privada es un acto de responsabilidad, no una privatización de servicios que siempre serán públicos

La privatización de la sanidad no existe

La privatización de la sanidad no existe

El PSOE de los años ochenta fue el que promovió las primeros conciertos en el sector de la Educación, una fórmula que continúa con éxito y que nunca ha generado debates sobre la privatización de la enseñanza obligatoria. Todo lo contrario, es la vía más económica para garantizar una plaza para cada alumno. La orden de la Consejería de Salud que actualiza las tarifas máximas para conciertos con empresas privadas en caso de necesidad le ha dejado el morlaco de la sanidad perfectamente cuadrado a la oposición para entrar a matar y ejecutar la suerte suprema de la supuesta privatización de un servicio público esencial.

En una sociedad poco aficionada a un análisis serio y reposado, hay una clara tendencia a vincular a la siempre terrible derecha con el vicio de privatizarlo todo para beneficio de unos amigos. Alcanzar acuerdos de colaboración público-privada no sólo no es censurable, sino muy deseable. ¿Cuánto le costaría a la Junta de Andalucía tener plazas escolares en colegios públicos para todos los niños andaluces? La inversión sería muy superior al precio de los conciertos y, además, con riesgo de ser infrautilizada dada la crisis demográfica que sufrimos. Tener prevista la cobertura de servicios sanitarios mediante acuerdos con empresas del sector no es privatizar ningún servicio público, sino garantizar su prestación en casos de necesidad. La experiencia reciente enseña hasta qué punto es vital tener contemplados todos los supuestos. El paciente no le pregunta al médico si es o no funcionario, lo que quiere es ser curado cuanto antes.

Uno entiende las refriegas políticas, la necesidad de desgastar al partido en el poder y hasta de arrastrarlo hasta donde afloran sus complejos, pero las cosas son lo que son y no lo que una parte quiere que sean. Quizás el PP ha pecado de falta de sentido de la oportunidad al publicar precisamente  ahora la actualización de las tarifas por los servicios que tuvieran que ser derivados a las compañías privadas. El guantazo de la supuesta privatización se lo iba a llevar de todas maneras, pues la denominada derecha no goza de ninguna suerte de supremacía moral, una de sus asignaturas pendientes, pero tal vez debería haber evitado hacerlo en plena oleada de protestas de los sanitarios en varias regiones de España. Se trata del clásico tiro en el pie a muy pocos meses de las elecciones municipales.

A Moreno lo mejor que le puede ocurrir es que no prenda la crispación en Andalucía, como sí ha ocurrido en Madrid. La sanidad es un agujero negro en las cuentas de cualquier Administración. Toda inversión es poca y nunca se agradece. Y políticamente puede tener un coste muy alto que, de momento, el presidente andaluz no acusa.

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