Carnaval de Málaga | Gran Desfile

Una comitiva de alegría desbordante

  • El desfile del Carnaval congrega numeroso público y rompe su racha de dos años suspendido por precipitaciones

El desfile del Carnaval, a su paso por calle Larios.

El desfile del Carnaval, a su paso por calle Larios. / J. L. P.

A la tercera va la vencida. El Carnaval llevaba huérfano de un desfile completo tras la suspensión por lluvia el año pasado y por las inundaciones en 2017. Y la ciudad tenía ganas de volver a disfrutar con una fiesta familiar donde los niños empiezan a tomar la iniciativa de ponerse el disfraz en la antesala de la tan ansiada Semana Santa.

El gran desfile del Carnaval cuenta con la bendición del Dios Momo gracias a la organización de sus concursos. Con el COAC ya finalizado y la elección de las fantasías, ya coronadas entre la noche del sábado y la mañana del domingo, todo está previsto para que no falte un detalle. El pasillo de Santo Domingo se convirtió otro año más en el marco de salida de una larga procesión que tuvo más de 1.000 actores entre cincuenta secciones distintas. Los doce grupos de animación que este año concursan subieron el nivel, tanto en su competición como en la organización de la gran marcha, empezando a llamar la atención de los espectadores. Hay vida más allá de los cuplés.

Con la salida, cualquier espectador podía contemplar los diferentes tipos que, una noche antes, Miguel Ángel Merchán había pregonado en su pregón historiado -que, por cierto, este año siguen actuando en la calle y han decidido llamarse Alicio el pregonero y 18 porculeros, literal-. Dioses, príncipes e infantiles con los ya elegidos antes y los participantes unos metros más atrás. Los famosos Picapiedra bailando a ritmo de música actual, costueras haciendo coreografías con sus Singer, el reparto de Grease e incluso trapecistas de corta edad haciendo piruetas y saltos imposibles convertidos en el niño de Chucky. Todo cabe porque la imaginación así lo permite.

Cualquier detalle hacía las delicias de los más pequeños que, disfrazados, aportaban colorido a las calles. Los adultos que se pusieron un sombrero y dos coloretes lo hicieron sin contemplaciones: aquí no cabe el sentido del ridículo porque es la fiesta de la diversión y de la libertad. Queda, sin embargo, aún mucho por hacer para que Málaga sea capaz de disfrazarse en masa.

Mientras los niños demandaban papelillos a organizadores y actores, la actualidad mandaba entre los asistentes: desde camisetas del Málaga en una charanga a un soldadito de plomo bailando al ritmo del Swish Swish y las danzas del Fornite. Las caras del público cambiaban a medida que alguna de esas novedades se acercaba a su zona. Y los visitantes, sin prejuicios para señalar a la fiesta como algo impostado, como la ignorancia local sostiene, encantados de encontrarse las fantasías y grupos de animación regalándoles su mejor cara, que sonreír no gasta.

Una vez que la comitiva llegó a la plaza de la Merced, llegó el turno de organizar la vuelta. Los trajes de las fantasías se trasladaron de nuevo hacia la de la Constitución y, llegó el turno de los grupos de canto. Bajo el obelisco o entre las calles, las murgas y comparsas regalaron sus voces otra noche más para hacer más completa la oferta. Entre ellas, y tiene su mérito por la distancia, la siempre fiel murga de Rute que se aloja en Málaga cada febrero para formar parte de su fiesta. Con la Semana Blanca las actividades se amplían y los más pequeños pueden disfrutar desde hoy de talleres y actividades entre calle Larios y la plaza de la Constitución. Los adultos tendrán su oportunidad por la tarde con las agrupaciones de canto en las distintas esquinas del centro y los escenarios instalados.

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