Estreno en Netflix | Elisa y Marcela | Crítica

Mujer contra mujer

Elisa y Marcela recupera y reconstruye para la actual causa feminista un caso real acontecido en Galicia a finales del XIX, cuando dos mujeres enamoradas consiguieron casarse en La Coruña haciéndose pasar una de ellas por un hombre.

Isabel Coixet escribe y dirige para Netflix esta producción que se reviste de mensaje de actualidad y estética de qualité (blanco y negro mediante) para contar su historia, haciendo hincapié en los obstáculos ambientales de un tiempo y una sociedad donde el amor entre dos mujeres era algo prohibido, intolerable y merecedor del destierro.

Precisamente desde allí, desde la llanura argentina, se narra con plomiza linealidad y escaso rigor histórico este periplo de conocimiento, atracción, enamoramiento y lucha cuyo principal destino fílmico parecen ser un par de secuencias de encuentro carnal y retozo erótico que, como era de esperar, Coixet filma entre pulpos y leche recién ordeñada con ese pudor pseudo-publicitario que ha caracterizado siempre su cine, mucho más preocupado por ir cubriendo etapas de guion que por adentrarse en los verdaderos flujos de pasión y entendimiento entre estas dos mujeres. La escasa química entre Natalia de Molina y Greta Fernández no ayuda precisamente a hacer más creíble o atractivo el arrebato, la fortaleza y la fidelidad que las hace ir hasta las últimas consecuencias.  

Elisa y Marcela responde así al mismo espíritu de cursilería de prestigio de aquella Mujer contra mujer de Mecano, un filme anodino, frío y falto de intensidad que encuentra además en sus escenas portuguesas (con Manolo Solo y Lluís Homar en esforzado acento) un risible desenlace ibérico a un dilema pasional y personal que no consigue traspasar nunca la superficie de su amaneramiento sin color.