Salir al cine

Emmanuelle: la caricia más larga del cine

  • En Canal Arte, un documental rememora el gran fenómeno del cine erótico de los 70 y su impacto en la sociedad, la sexualidad y la estética de la época. En Netflix, Bo Burnham hace comedia confinada, y en Tres Culturas, sesión de cine de animación africano. 

47 años contemplan el estreno de Emmanuelle en junio de 1974, el filme destinado a reventar las taquillas de medio mundo con su erotismo soft, su liberación sexual femenina y una estética de telas translúcidas, cigarrillos humeantes y fantasías orientales que iba a hacer de la desconocida modelo políglota Sylvia Kristel un nuevo mito del cine moderno. Un filme que irrumpía en una Francia aún conservadora y pacata en materia sexual a pesar de la agitación post-68 y la contracultura, y que venía a abrir camino a una pequeña revolución que prolongaba el escándalo de El último tango en París o Garganta profunda en un producto comercial para las masas que definiría un nuevo imaginario sexual en tiempos de reivindicación feminista del derecho al aborto, la píldora anticonceptiva y el control del cuerpo lejos de la tutela masculina.

El productor Yves Rousset-Rouard compró los derechos de la novela de Emmanuelle Arsan (1959) en una audaz y barata operación comercial, contrató al fotógrafo publicitario de Vogue Just Jaeckin, al guionista habitual de Truffaut (Jean-Louis Richard) y descubrió a la holandesa Kristel en un casting equivocado para lanzarse a la aventura accidentada y semiclandestina de un rodaje vacacional en Tailandia al que pudo haberse sumando Michel Piccoli, a quien se ofreció el papel que finalmente interpretaría un acartonado Alain Cuny.

A su lado, Kristel encarnaba a una mujer nueva, moderna, desinhibida, deseante, misteriosa, natural y con un toque de fotogénica androginia que sería una de las claves del atractivo del filme, cuyas maneras elegantes, audaces, algo cursis y almibaradas de mostrar el sexo fueron también determinantes para el éxito entre el público femenino al tiempo en que los espectadores masculinos de países como España, desde donde se acudía a Perpignan o Montpellier para ver la película una y otra vez, podían proyectar en ella sus muchas fantasías reprimidas.

Número uno de taquilla desde el primer fin de semana, Emmanuelle se convierte en una nueva atracción turística parisina junto al Louvre y la Torre Eiffel, la gente va a verla en pareja o en grupo y se vende a todo el mundo (la vieron más de 300 millones de espectadores) para convertirse en un nuevo filme-fetiche para las portadas, la moda o la publicidad gracias a su estética, su cartel, su tipografía, su vestuario, su música y la canción de Pierre Bachelet o a ese mítico sillón de mimbre ’Peacock’ que acabaría formando parte del mobiliario de tantos pisos y apartamentos de clase media.

A 47 años vista, parece evidente que su planteamiento de la liberación sexual femenina, con la mostración de la masturbación, el orgasmo o el juego lésbico, puede resultar ingenuo o ambiguo, pero no es menos cierto que, en su época y contexto, Emmanuelle agitaba un nuevo imaginario sobre el placer de las mujeres que conectaba con la nueva sociedad para ocupar un hueco vacante en la industria del cine entre el romanticismo de Hollywood, los nudies educativos suecos y la pornografía pura y dura.

Vendrían después la explotación, la segunda, tercera y cuartas partes, las Emmanuelles negras, casadas o en el espacio, con una sola ‘l’ o una sola ‘m’, también los intentos de Kristel, una mujer frágil aunque con las ideas claras, por escapar del personaje y las entrevistas incómodas o reivindicarse como actriz en películas de autores como Chabrol, Borowycz, Robbe-Grillet o Vadim, y el paulatino ocaso personal con las drogas y el alcohol. Una historia de éxito fulgurante pero con final triste, con la muerte de la actriz en 2012 con apenas 60 años. De todo esto nos habla un ameno documental de Canal Arte, Emmanuelle: un hito erótico del cine francés, de Clélia Cohen, que coincide también con la reedición remasterizada en Blu-ray de aquella primera película y sus secuelas genuinas.

Bo Burnham: cómo hacer comedia en confinamiento

Nada sabíamos hasta ahora de Bo Burnham, o mejor dicho, nada recordábamos, porque sí vimos Eight grade (2018), su debut como director, interesante disección del tránsito adolescente desde ese lado nerd que, sublimado por la estética pop, hacía de su protagonista una nueva heroína de la autoafirmación y la diferencia en tiempos de Instagram.

Ese mismo Burnham, lo sabemos ahora, es uno de los stand-up comedians emergentes y de culto, cuerpo peripatético que ha hecho de su condición blanca, heterosexual, depresiva y algo suicida la materia prima esencial para sus monólogos y disertaciones satíricas sobre el mundo contemporáneo. En Inside, el cómico elabora un nuevo formato confinado, sin público y sin salir de su pequeño estudio, para ponerse literalmente en escena entre focos, micrófonos, un piano, risas enlatadas y un extraordinario trabajo de edición que posibilita un one-man-show en el que la parodia del universo pop, el mundo de las redes sociales como marco de la identidad, las consecuencias de la pandemia o las canciones y videoclips de cosecha propia se encadenan con los monólogos y sketches que dejan ver a un tipo tan genialoide y creativo como a la persona en el límite de la crisis. Ahí, en esa frontera incierta, es donde se gesta esta nueva comedia para tiempos solitarios y confinados.

Animación africana en Tres Culturas

Entre las actividades y ciclos del FCAT en Cicus y la programación de la Fundación Tres Culturas, Sevilla puede presumir de ser la capital del cine africano en nuestro país. A Tres Culturas llega ahora una estimulante sesión (Martes 29, 20:00h.) dedicada al cine de animación conformada por el mediometraje Le franc (1994), del maestro senegalés Diop Mambéty, y los cortos Un presente especial (2019), del mozambiqueño Nido Essa, y Azumah: The ghanaian hero (2018), procedente de Ghana y proyectado en la última edición del prestigioso festival de Annecy.