Cine

Oliver Hirschbiegel cambia a Hitler por Irlanda

  • El director aborda el espinoso proceso de paz en Irlanda del Norte en su nueva cinta, 'Cinco minutos de gloria'

El realizador Oliver Hirschbiegel, el mismo que se atrevió a mirar como si fuera un Gran Hermano los últimos días de Hitler en El hundimiento, estrena ahora Cinco minutos de gloria, o cómo un alemán mira el proceso de paz de Irlanda del Norte, ayudado por Liam Neeson y James Nesbitt.

Hirschbiegel rodó también El experimento y, como en aquella película, ahora distribuye los papeles con vistas a la observación sociológica: Neeson, abiertamente católico, interpreta al protestante, y el camino inverso es recorrido por Nesbitt. "Eso resume el mensaje de la película. Ha sido importante para los irlandeses ver este acercamiento de posturas", asegura el cineasta.

"Con mi cine reconstruyo sucesos históricos y coloco al público en medio, le hago formar parte de ellos para verlos con una perspectiva diferente a la comúnmente aceptada", explica el director hamburgués. La empatía es, entonces, el hilo conductor de su filmografía.

Cinco minutos de gloria, que se estrena ahora en España, enfrenta a Alistair Little, un hombre que en 1975, a los 17 años, asesinó a un joven católico como bautismo de fuego en la UVF (Fuerza de Voluntarios del Ulster), con Joe Griffin, que arrastra el trauma de haber visto cómo tres balas entraban en la cabeza de su hermano. El momento del encuentro se produce cuando Little ya ha cumplido 33 años de pena en la cárcel y la paz se ha restablecido en Irlanda del Norte. El lugar: un plató de televisión de un programa sensacionalista que quiere mostrar en directo la reconciliación.

El filme se detiene, entonces, en la preparación psicológica de los antagonistas. "Me gustan los dos personajes por igual: los dos tienen el bien y el mal en sus entrañas. El hermano de la víctima no es exactamente una pobre víctima. En él nace la venganza, el deseo de matar", explica el director. "Little, por su parte, mató a sangre fía una vida inocente a los 17 años, pero es obvio que sufre, que no puede superar lo que hizo y vivirá siempre con el alma contaminada", resume.

Revancha y redención, entonces, son los demonios que asuelan respectivamente a quienes de lejos parecen víctima y verdugo. En un lado de la balanza está "la venganza, uno de los impulsos más poderosos del ser humano", explica el realizador, que ya está preparando una nueva película sobre quienes hacen de ella su modus operandi: la Mafia. Al otro lado, una reflexión sobre la criminalidad en los menores de edad. "En cualquier parte del mundo, un joven tiene la urgencia de probarse a sí mismo que es un hombre de verdad. Desafortunadamente, la hombría a veces se confunde con la capacidad para luchar, pegar e incluso matar", explica el director.

Y, así, Hirschbiegel apela al estudio de personajes antes que a la cuestión política. De hecho, reconoce abiertamente que antes de empezar a rodar Cinco minutos de gloria no conocía bien el conflicto del Ulster, ni tan siquiera había estado allí. Eso sí, se rodeó de dos experimentados en la materia: Neeson había ganado el León de Plata de la Mostra de Venecia interpretando al líder revolucionario irlandés Michael Collins, y Nesbitt fue el protagonista de Bloody Sunday, Oso de Oro en Berlín por recrear la manifestación que encendió la mecha de la escisión entre protestantes y católicos. Con ellos respiró el aire de Irlanda del Norte, conoció a sus gentes, comió su comida y bebió su whisky. Y con Cinco minutos de gloria, igual que en El hundimiento, optó por mascar los estados de ánimo antes que segregar adrenalina. "En el cine vemos muchos disparos y muchas muertes, pero raras veces se nos muestra el dolor que hay después, y ahí está la respuesta a una gran pregunta: ¿qué genera la violencia? Ése es el drama real".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios