Harka | Crítica

La mecha de la desesperación

Adam Bessa, protagonista de 'Harka' y premiado en Cannes.

Adam Bessa, protagonista de 'Harka' y premiado en Cannes.

A doce años vista de la Primavera tunecina, también conocida como la Revolución de la dignidad o Revolución del Jazmín, Harka viene a recordar el episodio que actuó como detonante de aquella revuelta social liderada por los jóvenes cuando un vendedor ambulante se quemó a lo bonzo en Sidi Bouzid como radical gesto de protesta contra la policía que le había confiscado su puesto de callejero de frutas, condenándolo al paro y la miseria.

Se trata aquí de narrar la crónica de la caída al abismo existencial de un joven de clase muy humilde que ve como todos sus intentos por salir adelante acaban frustrados por las circunstancias y la corrupción de un sistema social y laboral que no le permite una vida digna al tiempo en que la muerte del padre, el cuidado de sus hermanas y el embargo de la casa familiar le empujan aún más hacia el desaliento.

Lofty Nathan ensancha la pantalla buscando que por sus márgenes entren todos esos signos de la degradación moral, la miseria y la supervivencia que azotan a nuestro protagonista, al que Adam Bessa, premiado en Cannes, incorpora desde el gesto, la mirada y el cuerpo toda esa frustración y rabia contenidas que impulsan sus acciones.

Empero, la sutileza no es precisamente el fuerte de su película, que nos recuerda más de la cuenta el destino ígneo del joven, bascula entre tonos sin justificación e insiste en revestir el relato de un aire de fábula que, narrada desde el presente por una de las hermanas, apunta demasiado al carácter de transmisión didáctica del mensaje para las nuevas generaciones.

Con todo, Harka nos recuerda los orígenes, peajes, decepciones y la amnesia de toda revolución con una imagen final de gran potencia y ese insalvable abismo de clase que hace imposible el avance de cualquier sociedad por mucha transformación democrática que la conduzca. La de Nathan es al fin y al cabo una película sobre las víctimas anónimas de toda esperanza colectiva.