Operación Napoleón | Crítica

Nazis en el glaciar islandés

Basada en la novela de Arnaldur Indriðason, Operación Napoleón llega desde Islandia aunque con maneras de thriller internacional noventero para seguir buscando en el baúl sin fondo de la Segunda Guerra Mundial los materiales para su clásica y elemental aventura de tramas paralelas.

Se trata aquí de un avión nazi accidentado y perdido en el glaciar islandés en los últimos días de la contienda, de la búsqueda de su secreto (¿las joyas y el oro robados a los judíos?, ¿el paradero del mismísimo Hitler?...), y de cómo su descubrimiento fortuito por un grupo de espeleólogos pone en jaque sus vidas y las de aquellos que, como nuestra protagonista, han conocido el misterioso hallazgo al tiempo que un ambicioso y malvado agente del FBI que lo busca desde hace décadas.

Operación Napoleón transita así por sus caminos bifurcados en busca de un suspense anunciado, guardándose astutamente ases en su manga y dejando siempre que sus protagonistas se escapen dos segundos antes de la llegada de sus perseguidores entre los deslumbrantes paisajes naturales y con la estimable colaboración de cómplices que siempre tienen algo que revelar para seguir impulsado la acción.

Habremos de perdonar estos detalles estándar, también otros caprichos y licencias argumentales, los pasajes hardcore de la banda sonora y la escasa química entre la pareja investigadora (Vivian Ólafsdóttir y Jack Fox), para acompañar un filme de indudable voluntad popular y aroma pre-posmoderno que asume su condición de saga best-seller.