Todo el mundo odia a Johan | Crítica

Comedia explosiva de mecha larga

Pål Sverre Hagen es Johan en esta comedia negra noruega.

Pål Sverre Hagen es Johan en esta comedia negra noruega.

Desde Noruega y sus paisajes naturales, esta cinta primeriza de Hallvar Witzø trasciende el costumbrismo amable de la fábula humanista con unos toques de humor negro que la alejan de la blandenguería cada vez que esta acecha en el horizonte.

Historia de vida de un raro en un mundo cerrado y provinciano (¿quién dijo el bienestar noruego?), Todo el mundo odia a Johan combate a su manera la Historia, el nacionalismo y otros tipismos folclóricos depositando en su protagonista (Pål Sverre Hagen), un buen hombre perseguido por la maldición familiar y la mala suerte a lo largo de las etapas de su vida, una candidez a prueba de bombas, el paso de los años y un amor de la infancia no correspondido que a la postre se convierte en su última razón de ser y existir.

Witzø pone la dinamita, la muerte accidental y la autoparodia en el epicentro de un filme que se atreve a saltar por los aires del tiempo sin miedo a las prótesis y los apósitos, y que asume su base de western nórdico en su banda sonora y entre los pliegues de un realismo mágico bajo en calorías. El resultado es una comedia tan excéntrica como entrañable, un cuento moderno y atemporal cuyas claves seguramente se entenderán y funcionarán mejor en Noruega, pero que llega aquí cargado de sentido, intenciones y humor en sordina para refrescar un poco la temperatura de las salas a 27 grados.