De libros

El ardor y la inteligencia

  • 'Eloísa y Abelardo'. Régine Pernoud. Trad. José Ramón Monreal. Acantilado. Barcelona, 2011. 286 páginas. 22 euros.

Es una historia bien documentada, pero su reflejo en la literatura y las artes ha conferido a los protagonistas una cualidad legendaria que los asimila a otras parejas de amantes desdichados, meramente ficticios o de realidad incierta. Reputado teólogo y experto en la obra de Aristóteles -no en vano considerado uno de los padres de la escolástica-, Pedro Abelardo (1079-1142) era ya famoso cuando el canónigo Fulberto le encomendó que instruyera a su sobrina Eloísa, una joven hermosa y cultivada que no se resistió a los encantos del maestro. Ambos se entregaron a una pasión incontrolable que surgía de la afinidad espiritual pero no se limitó al fervor idealizado, una absoluta comunión de cuerpo y alma de la que nació un hijo, llamado Pedro Astrolabio. La boda secreta, el retiro de Eloísa a un convento, la castración de Abelardo por unos sicarios y su alejamiento de París, la posterior relación epistolar de los enamorados, todos los episodios de la historia apuntan a una gran tragedia que parece salida de la imaginación desaforada de un poeta romántico aquejado de incontinencia.

Pero fue real y sigue manteniendo todo su poder de fascinación. "¿Qué habría sido Abelardo sin Eloísa?" Publicado en 1970, este luminoso ensayo de Régine Pernoud sigue el rastro histórico de los amantes y lo confronta con los abundantes testimonios conservados, entre los que destacan los aportados por ellos mismos: la Historia calamitatum o Carta a un amigo, donde el "filósofo errante" narra su autobiografía, y la citada correspondencia entre ambos. Estudiosa de la Edad Media y autora de otro excelente ensayo sobre Leonor de Aquitania (Acantilado, 2009), Pernoud traza un admirable retrato de dos seres excepcionales -genuinos exponentes del "primer renacimiento"- que trascienden con mucho el triste melodrama en que se vieron envueltos, dos personalidades exquisitas en las que confluyen el ardor y la inteligencia, la sutileza dialéctica y la pasión arrebatada.

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