Año de buena camada

La irrupción de Muniain y la pujanza que apunta Ramalho se unen a la madurez de los canteranos del Athletic en el primer equipo · Son más consistentes a domicilio

Joaquín Caparrós y sus jugadores posan en un entrenamiento veraniego.
Joaquín Caparrós y sus jugadores posan en un entrenamiento veraniego.
José L. Malo / Málaga

10 de enero 2010 - 05:02

A nadie le hubiese extrañado que durante alguno de los años del último lustro el Athletic hubiera bajado por primera vez en su historia. Coqueteó en varias campañas con el descenso, aunque siempre terminó librándose (de una manera más o menos decente). Coincidieron varias temporadas sin remiendos desde la cantera y sin la posibilidad de pujar por vascos, navarros o riojanos que reforzaran el plantel. Ahora es época de recolección por Lezama. Esa juventud es la que está madurando a pasos agigantados en la Liga.

Iker Muniain, por su insultante juventud y sus registros de precocidad en nuestro fútbol, es el que se está llevando los méritos, pero ver consolidándose a jugadores como Koikili, Toquero o Castillo es lo que está regenerando a este Athletic, que mantiene por tercer año su matrimonio con Joaquín Caparrós.

SIN BALÓN

El sello guerrero de Lezama lo refuerza su entrenador, que encajó perfectamente con la filosofía de briega y raza que se propugna desde el Botxo. La mejora con respecto a la pasada temporada se ha producido en la continuidad fuera de casa, puesto que ya no sólo al amparo de San Mamés se ha convertido en un conjunto rocoso. El dato con el que llega hoy lo avisa: tres victorias en los últimos cuatro desplazamientos.

CON BALÓN

El fútbol rojiblanco sigue siendo directo y de transiciones rápidas. La referencia de Fernando Llorente en el juego de espaldas para dar salida al equipo sigue inmutable, pero Muniain ofrece también salida por la banda y, cuando juega Toquero, como apunta hoy, hay alternancia entre balones a Llorente y otros en largo aprovechando la combatividad y buen juego aéreo del tosco delantero bilbaíno.

LO MEJOR

La madurez que empieza a alcanzar esta nueva generación de cachorros. El Athletic se muestra ahora como un conjunto más constante, hecho que le mantiene metido en todos los partidos gracias a su buena preparación física.

LO PEOR

La falta de recursos. Por momentos, los rojiblancos se convierten en un conjunto previsible. Más allá del balón en largo, las jugadas a balón parado y los chispazos individuales de Fernando Llorente, poca capacidad de sorpresa suelen aportar los demás. Cuando esos puntos fuertes quedan anulados, hay mucho ganado.

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