Azahara Muñoz vuelve a grabar con letras de oro su participación en el Open de España, en una edición en la que ejerció como anfitriona en Guadalmina y vigente campeona, una meta que culminó culminó de nuevo ayer con su segundo título consecutivo. La golfista malagueña agrandó aun más su trayectoria en casa, hizo historia al convertirse en la única española en ganar el Open en su país, y pulverizó ayer ese hito con el bicampeonato.

Tras lograr este título tan especial en el lugar donde nació y creció como golfista, Azahara mostró su felicidad. "Ganar de nuevo aquí, delante de todos los niños del club que me han estado apoyando, y de mi familia es algo que no se puede describir. La gente del club me ha visto crecer, así que ganar aquí es algo increíble", declaró la malagueña eufórica antes de lanzarse a la piscina del club de Guadalmina como habitual ritual para celebrar la conquista.

Ganar aquí, delante de los niños que me apoyan y de mi familia es algo que no se puede describir

Por otra parte, quien no quiso perderse esta jornada para el recuerdo fue el golfista malagueño Miguel Ángel Jiménez, testigo directo de lo que ocurría en cada hoyo. Por otro lado, en referencia a su participación, la malagueña resumió que "he jugado muy bien, sin meterme en problemas y pegándole muy bien a la bola. Ha sido mi mejor semana en todo el año, mantener siempre tres o cuatro golpes de ventaja respecto a mis rivales me ha dado confianza y tranquilidad", mientras que Carlota Ciganda, que finalizó segunda tras Muñoz, indicó que "Azahara ha jugado un golf espectacular durante los cuatro días, le ha pegado genial a la bola. Me alegro mucho por ella porque sé que no ha tenido un año fácil, con muchos cambios, se lo merece".

En la jornada definitiva de ayer, tanto Azahara como sus rivales arrancaron titubeantes, pero con tres golpes de ventaja sobre Georgia Hall. La malagueña y Ciganda protagonizaron un duelo cimentado en dos errores gestionados de forma bien distinta. Un bogey en el hoyo 3 espoleó a Muñoz hasta límites insospechados y aprovechó un par de golpes defectuosos de Ciganda en el siguiente hoyo, penalizado mediante un doble bogey que resultó decisivo. A partir de ahí, realizó un zarpazo profundo con tres birdies consecutivos que abrieron la primera gran brecha y remató la faena para escribir su nombre con letras de oro.