Cádiz | Málaga c. f. · la crónica

Baha saca petróleo y regala el liderato

  • Oportuno Su tempranero gol decidió ante un Cádiz mucho más pundonoroso Esfuerzo El Málaga aguantó el resultado jugando 20 minutos en inferioridad

Catanha, Darío Silva, Dely Valdés, Luque, Amoroso, Wanchope, Salva... Grandes delanteros, unos más afortunados que otros, han dejado su marchamo en Martiricos. Baha, al que se le queda pequeña la Segunda División, ya se ha asomado a esa lista. Verle jugar es un placer. Pelea, pone la mirilla entre los tres palos en cuanto le llega un balón, despliega una gran potencia, es compañero solidario. Aun sin marcar, véase el partido ante el Sevilla Atlético, su rol es capital tal y como Muñiz plantea su Málaga. Su temporada está siendo completísima, pero tamaña labor merecía una condecoración como la de conquistar el Carranza, donde el fútbol es una liturgia.

Su tanto le devolvió el liderato al Málaga y dispara al equipo hasta los 39 puntos, una cota magnífica a estas alturas. Para él es una guinda temporal, porque su ambición le lleva a defender que sus tantos sólo habrán sido válidos si derivan en el ascenso a Primera División. Pero la relevancia de su zurdazo supone una merecida recompensa para una tarjeta que no sólo le hace igualar con Salva y Antonio Hidalgo como máximo goleador blanquiazul (con seis tantos), sino que le convierte en el delantero más decisivo del equipo.

Sólo uno de sus seis tantos resultó inocuo para el marcador final -ante el Córdoba, culminó un partido ya resuelto-. Abrió la lata del Eibar (1-0), frenó el amago de empate en Castellón (2-3), rescató los puntos en Gijón (0-1) y, merced a un fugaz tanto tras la reanudación, allanó la victoria ante Las Palmas (2-0). Ayer, tan rápidamente como aquel día, apenas con doce segundos de choque, desatascó lo que podría haber sido un partido infernal dada la pundonorosa actitud gaditana durante todo el choque.

Aunque el colectivo supo defender bien el castillo que montó frente a su área para detener al Cádiz, especialmente tras la expulsión de Jesús Gámez a falta de 20 minutos para el final, el franco marroquí fue el artífice de la vuelta a la cima clasificatoria. Tres victorias por la mínima bajo su sello, seis puntos más en el casillero, y acaso debiera contar la de Las Palmas como otra más en su nómina por su clave participación en aquel 2-0.

Se decía que Baha salió con honores de Cádiz. Y es que hay estadios donde el fútbol se vive con los cinco sentidos. Un año más, reconforta saber que el Carranza sigue estremeciendo la piel. Y, aunque le falte una grada, poco importa, porque toda la ciudad vive el cadismo como si los muros que recubren la ciudad fuesen los graderíos y su gente viviese a diario sobre un campo de fútbol. El Carranza canta al unísono, jóvenes y mayores, protesta al unísono, y late con la pasión argentina, pero vestido de amarillo y sones carnavaleros.

Y el Cádiz, que nunca ha marcado su definición futbolística, sino que siempre ha obrado al visceral ritmo que marca su afición, así vio perder su encuentro. Incapaz de hincar el diente a un Málaga absolutamente hermético. Seguramente, falto de hambruna para hundir a los amarillos cuando su gol unos segundos después de iniciarse el encuentro dejó al Cádiz tambaleándose, pero efectivo a fin de cuentas.

Todo el sudor derrochado, así como el baluarte para defenderse en inferioridad numérica, dignifica el triunfo, si bien debe incluirse la indolente puntería de los de Antonio Calderón para explicar el resultado.

Baha todavía está lejos de llegar a los 100 partidos ligueros que ayer cumplió Salva o los 50 que Calleja celebró, pero ya se ha confirmado como capaz de liderar una nueva generación blanquiazul. Puede que no sepa de las andanzas del C. D. Málaga, pues a él pillan muy lejos, pero alguien debería contarle que la fatídica promoción de 1991 en Cádiz no sólo dejó al extinto club sin ascenso a Primera, sino que supuso el zarpazo definitivo para una quiebra que derivó en su desaparición. Es la mayor cicatriz del corazón malagueño en todas sus denominaciones, pero otras también se cosieron en el Carranza, como el doloroso 5-0 que despidió el último año en Primera, o el último triunfo blanquiazul en el Carranza, que databa de la temporada 1995/1996. Ese dato ya no forma parte del presente. Hoy lo que sí se puede decir es que, cuando el Málaga vaya a abrir su regalo de Reyes, se encontrará el liderato bajo el envoltorio.

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