Un destacamento de caballería apostado en la entrada de la universidad, ruido de martillos golpeando una tabla, canciones que provienen detrás de una puerta, alquitrán humeante en una esquina... Así se preparaba Potchefstroom para recibir hoy a la selección española.

La apacible ciudad sudafricana ultimaba ayer los preparativos de una pequeña fiesta de bienvenida para una de las favoritas a ganar el Mundial. Es un pequeño inciso en la rutina de la silenciosa Potchefstroom.

El Instituto de Alto Rendimiento de la universidad permanece cerrado al público a unas horas de la llegada de los españoles. "Sólo gente acreditada", pide el guardia de seguridad de la puerta. "Ah, tampoco periodistas", agrega.

Seguramente no quiere que se vean los remates finales del austero lugar en el que España se preparará para intentar ganar el Mundial. Pero el olor a alquitrán y el trasiego de obreros invita a pensar en que algo queda por hacer. Aunque sea poco.

Mientras, se ultimaban los ensayos para recibir a la comitiva española con un sencillo acto que incluye cánticos y danzas propios de la zona.

Delante de la caseta de seguridad permanece un destacamento de ocho polícías montados a caballo. Y en las calles aledañas también hay guardias haciendo la ronda. Hay más policías que civiles paseando.

La ciudad está decorada con motivos rojos y amarillos, los colores de la selección española. "Bienvenida, Furia Roja", es uno de ellos. Utiliza ese viejo tópico con el que se conoció al equipo español durante tantos años por más que su estilo actual remita a algo bastante diferente al coraje.

Pero los españoles no verán nada de esto cuando lleguen hoy a Potchefstroom, ya que la Federación Española decidió tomar otro vuelo desde Johannesburgo para aterrizar directamente en la base aérea de Potchefstroom. Y desde allí, parada final en el Instituto de Alto Rendimiento.

El motivo es evidente: ahorrarse el pesado viaje en autobús desde Johannesburgo hasta Potchefstroom para no contemplar los peores paisajes africanos.