Caballero en la diana (2-0)
Real madrid - málaga cf
Ni siquiera una espectacular intervención del cancerbero acerca al Málaga a la posibilidad de puntuar en el Bernabéu Aguantaron 45 minutos sin encajar, pero no hubo presencia arriba.
Seguramente, mientras los guantes de Caballero echaban humo Alejandro Sabella disfrutaba del otoño argentino paseando con un mate. Apuesten a que ni vio el Real Madrid-Málaga. No mirarlo no lo hace más ciego ante la injusticia de no convocar al superhéroe blanquiazul. No por sus 13 paradas de ayer en ese escaparate mundial que es el Bernabéu, sino por el sinfín que ha hecho en casi tres años aquí. Hay una cosa que no puede arrebatarle: dormir con la conciencia tranquila cada noche; al seleccionador le tiran chinas en la ventana de su dormitorio insistiéndole en que lo convoque. Ayer se ganó otra subida de sueldo el bueno de Willy, que salva goles con la naturalidad con que un bombero salva vidas extinguiendo fuegos.
La historia de Caballero en el Bernabéu es digna de superhéroes. Retrasó cuanto pudo la resistencia de los malos para salvar a los suyos de un escarnio rimbombante, y hasta los villanos acabaron rendidos a su poderío. Ahí queda la celebración de Cristiano Ronaldo en el 2-0 pidiendo perdón por la mala tarde que tuvo, culpa exclusiva del arquero. Como a todo gran bueno, le intentaron atormentar adosándole la culpa del gol de Di María, un giro de tuerca para el que nadie estaba preparado; ni siquiera el tupé de Cristiano Ronaldo, que buscaba el centro del argentino. Y también tapando las miserias de los suyos. Que se hable tanto y tan bien del salvador implica reconocer tácitamente que el resto de su ejército no estuvo a la altura. Schuster incluido. El planteamiento se quiso vestir de valentía y acabó desnudando al Málaga en la medular. Ahí siempre perdieron los blanquiazules; bajo palos, sólo dos veces.
Caballero fue el mantra que permitió llegar vivos hasta el tiempo de prolongación, momento en el que Weligton tocó la protrusión de Bale, que tuvo efecto rebote en el silbato de Ayza Gámez. El 2-0 es la anécdota, no obstante. Hizo paradas de portero de fútbol, de balonmano y de waterpolo, hasta le puso un tapón a Morata para vestirse de pívot de baloncesto. Hasta en los remates en fuera de juego evitó lo que sólo está al alcance de los grandes porteros. Fue un monólogo de monólogos, el del Real Madrid atacando y el del portero parando. Sólo faltó que el Bernabéu aplaudiera al meta del Málaga.
Más allá de esos guantes escudo hubo un partido. Tan honesto es reconocer que el Real Madrid habría firmado la goleada de la Liga como pulsar el detalle que cambió el sino de la tarde. De pasar a estar 45 minutos sin recibir un tanto el Málaga pasó a encajarlo a los 45 segundos de la reanudación. Tan bien estuvo Caballero en los tiros blancos que tuvo que ser con un centro como consiguieran su rendición. Se fue al traste el dique de contención construido a base de buenos conceptos defensivos. A falta de los ofensivos, al menos lucieron atrás. Especial gusto dio ver la valentía de tirar el fuera de juego de manera constante. Hasta siete veces los delanteros madridistas cayeron en posición ilegal. No sólo fue la novatada de Morata, también sucumbió Cristiano Ronaldo. Hacer eso en Chamartín no es ni habitual ni fácil. Con Camacho multiplicado en las ayudas y Tissone corriendo por cuatro, quedaba menos en evidencia la falta de presencia en torno a Diego López, quien hizo la primera parada del partido, un tiro mordido de Jesús Gámez, y luego tuvo el mismo trabajo que Casillas en el banquillo.
Con Samu dando la cara y El Hamdaoui pidiendo a gritos más socios, al menos Isco no apareció. Se desconoce si le pudo la carga emocional del duelo, pero no hubo que sufrir su torrente de fútbol. Hasta el vaticinio de Sergio Sánchez se revirtió: fueron las espinilleras del catalán las que sufrieron las caricias del malagueño, quien en una pasada de frenada acabó pisando involuntariamente el tobillo de su excompañero.
Entre parada y parada de Caballero, a pesar de los tardíos pero ofensivos cambios de Schuster, lo más llamativo fue conocer que el Madrid no hizo una falta hasta la hora de juego. El Málaga no le exigió. Caballero, lo dicho, se irá a la cama tranquilo. Siempre que no mire la clasificación, los números empiezan a dar la espalda.
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