Tenis | Alejandro Davidovic-Alexander Zverev

Lecciones tras la gesta

  • El fantástico viaje de Alejandro Davidovich en Roland Garros acaba en los cuartos de final ante un Zverev que fue muy superior (6-4, 6-1 y 6-1)

Alejandro Davidovich se lamenta durante el partido.

Alejandro Davidovich se lamenta durante el partido. / Efe

El gran viaje de Alejandro Davidovich Fokina acabó en la pista central de Roland Garros, la Philippe Chartrier, en los cuartos de final. Seguramente no tuvo la fe necesaria, por momentos delirante, que le trajo hasta punto del camino. Es parte del peaje, debutar en una pista grandiosa, con espacio por todos lados, impacta. Y, después de 13 horas en la pista en los partidos previos, no tenía la energía desbordante y la electricidad en las piernas que han cautivado al público y la crítica parisina. Además, desangelada porque el público no era el animoso que le había acompañado en el resto del camino en las pistas exteriores.

Davidovich perdió en tres sets, sin oponer mucha resistencia, ante el sexto jugador del mundo, Alexander Zverev, que no debió emplearse a fondo para someter al malagueño en un partido cuyo cogollo estuvo en la primera manga, en la que hubo siete breaks, cuatro a favor del alemán y tres para el malagueño. Sin jugar bien, Davidovich había roto tres veces el saque de su rival, desde el 0-1 inicial. Pero había entregado también el suyo, con muy pocos primeros en juego y sufriendo mucho en el segundo. “De locos, no meto un primero”, le gritaba el malagueño a su entrenador, Jorge Aguirre. No jugó los puntos claves con confianza para hacerle daño a un Zverev que también tenía algún cortocircuito, como el que exhibía al quejarse de una bola de Davidovich que veía fuera y la jueza dentro. Con 3-2 a favor y 30-0, una dejada en la que tenía mucha pista para golpear se quedaba en la red y perdió una gran oportunidad de escaparse. Zverev se ponía 5-3, pero Davidovich volvía a romper para entregar a continuación el set (6-4). Estaba más cómodo al resto el malagueño y por ahí se iba el partido.

La tendencia se agudizó en el segundo set. Desde el 1-1, cinco juegos seguidos para Zverev, con nula defensa del saque. En 22 minutos se había escapado la segunda manga sin apenas oposición del malagueño, cada vez más desesperado y sin ningún punto gratis con el servicio. El alemán leía bien la situación y no tenía que arriesgar. El malagueño ya fallaría sin metía la bola dentro. Y 6-1 acabó.

En el descanso entre el segundo y el tercer set, Davidovich se fue al vestuario, haciendo uso de una de las dos opciones que tiene en un partido de cinco sets. Para refrescar ideas y para convencerse de que estaba en unos cuartos de final de un grand slam, en un escenario soñado. Pero no valió, estaba fuera del partido el malagueño, que padeció más que disfrutó del último capítulo de una experiencia que, no hay que olvidar, ha sido extraordinaria. Siguió el martirio con su primer saque y no hubo manera de voltear un partido que, desde el primer set, fue por el carril marcado por un rival muy sobrio, dos años mayor pero que con 20 años (tiene 24 ahora) ya era número tres del mundo. El bagaje en estas instancias es mucho mayor. 6-1 también cayó el tercer parcial para el ruso.

Como ocurrió el año pasado en la primera vez que pisaba los octavos de final de un grand slam, en el US Open, fue Alexander Zverev quien despertó del sueño al malagueño. En el tercer duelo entre ambos, volvió a perder. Dos tenistas con genes rusos uno asentado en Alemania y otro en la Costa del Sol. De momento, sigue estando por encima, pero el malagueño se ha puesto en el mapa del gran público en el torneo más seguido en España, llegando hasta un lugar en el que, aparte de él, sólo estaban siete de los 10 mejores del mundo. Da idea del logro.

No debe quedar regusto amargo, aunque Davidovich no ofreciera su mejor tenis en el último día, al contrario. Ha sido un Roland Garros que propulsa la carrera del tenista malagueño. Se ha ganado el billete para los Juegos Olímpicos, sale entre los 35 mejores jugadores del mundo y aprendió varias lecciones en la Philippe Chartrier, el gran templo del tenis en tierra batida. Ya sabe cómo llegar hasta ella.

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