Tenis

Y Djokovic le dijo "Bravo"

  • El tenista serbio es el ídolo de Alejandro Davidovich, que ha entrenado con el número uno en Marbella muchas veces

  • Consiguió una victoria que puede cambiar su mentalidad deportiva

Alejandro Davidovich camina tras ganar un punto.

Alejandro Davidovich camina tras ganar un punto. / Sebastien Noger / efe (Montecarlo)

Puede haber un antes y un después en la carrera de Alejandro Davidovich Fokina después de lo que sucedió este Martes Santo en la pista Raniero III. Los ojos del tenis se posaban en la arcilla del Masters 1000 de Montecarlo. Novak Djokovic jugaba su cuarto partido de la temporada. Todo el affaire de Australia, el asunto de las vacunas y las dificultades para viajar propiciaron que sólo hubiera jugado en Dubái, donde cayó ante el checo Vesely. 

Djokovic es el ídolo tenístico de Davidovich. La admiración creció cuando durante el tramo duro de la pandemia ambos compartieron entrenamientos en Marbella. La imagen del jugador serbio ha quedado tocada, pero quienes le conocen de cerca dicen que es un buen tipo, con sus ideas particulares pero gran fondo. "No le gané un set entrenando", bromeaba Davidovich cuando contaba su experiencia con él. El año pasado se habían medido dos veces, en el Masters 1000 de Roma y en los Juegos Olímpicos de Tokio. No pasó de los tres juegos en un set Foki. Era el esplendor máximo del número uno del mundo, que hizo justamente crack en las semifinales de la cita japonesa.

Esta vez era distinta. Djokovic ha jugado tres partidos en los últimos meses, le falta ritmo competitivo. Davidovich se siente cómodo en la arena monegasca, el año pasado hizo cuartos de final tras ganar a Berrettini y sólo ceder ante Tsitsipas por lesión. Fueron tres horas esta vez de tenis de puro fuego, como es el de la Cala del Moral. Se puede ser de él o no, pero hay que aceptarlo y comprenderlo. Puede entregar un juego con tres dobles faltas seguidas y hacer un maravilloso tercer set justo cuando Djokovic estaba recuperando un buen tenis. Tras ganar el tie break del segundo el serbio, las apuestas pagaban caro el triunfo del malagueño. Pero fue lo que sucedió.

Hay ocasiones en las que Davidovich se ilumina. "Tengo que luchar con mis demonios internos", suele decir. De vez en cuando brotan y son tóxicos para él. Pero poca gente duda de que tiene tenis para ser un Top 20 mundial. Este año le faltaba una gran victoria que se le resistía. Exigió mucho a Aliassime en Australia, a Tsitsipas en Rotterdam, a Sinner en Dubái y Shapovalov en Indian Wells. A Top 10 y Top 20 les ganó un set y les compitió, pero faltaba redondear. Venía de caer con Coria en un caótico torneo de Marrakech. Ahora debe esperar rival, Evans o Goffin. En el horizonte aparecen unos cuartos de final con Carlos Alcaraz. Un día de descanso para recuperarse de una paliza que mereció mucho la pena. La imagen de Davidovich con las espaldas rojizas de la arena después de revolcarse buscando bolas imposibles simbolizaba un triunfo épico ante el número uno del mundo. Algo de falto de ritmo y en una situación complicada, pero que fue mejorando su juego conforme pasaba el partido. Acabó diciéndole "Bravo" en la red cuando se saludaron. Davidovich fue con respeto a darle la mano. Y después empezó a creerse que había matado al ídolo. Y también quizá a sus demonios internos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios