Epitafio doloroso (59-88)

Unicaja-Valencia Basket · Play-off

Un arbitraje infame y la superioridad valenciana precipitan el adiós del Unicaja tras recibir una tunda (59-88). Pese a ello, el público despide con aplausos a Plaza y los jugadores.

Foto: Javier Albiñana
Foto: Javier Albiñana
José Manuel Olías, Málaga

29 de mayo 2016 - 21:38

El Unicaja escribió un triste epitafio a una temporada mala que no se ha salvado en los play off. Un infame arbitraje perpetrado por García González, Perea y Munar y un Valencia superior expulsaron al equipo malagueño de la competición, seguramente de manera prematura por lo que se había visto en el primer partido y en los dos meses previos. En 40 minutos explotaron todas la carencias del equipo, camufladas por una decena de partidos buenos. Y se recibió una paliza de las que duele (59-88), por el rival y el contexto. Decir adiós con una derrota por casi 30 puntos es demasiado duro y difícil de digerir. Es el resumen de una temporada sin paliativos, mala.

Sin Copa y sin estar entre los cuatro primeros sólo puede ser calificada como mediocre. Con el puntillazo administrativo de la Euroliga adquiere el calificativo de mala. Pese a ello, el Carpena despidió con un aplauso a sus jugadores, a lo mejor pensando que en marzo se hubiera firmado algo así porque se temía algo peor. Fue sintomático el adiós de Markovic y Kuzminskas, los últimos en marcharse y recreándose en la despedida tras el que seguramente fue el último partido respectivo con la camiseta del Unicaja. Después, regresó toda la plantilla para decir adiós y despedirse de la afición y más de un millar de personas la aclamaron. Seguramente se reconoció el esfuerzo para reconducir la situación, la profesionalidad por negar una situación complicada. En otra situación, quizá sin la anestesia de un arbitraje impropio de un partido de postemporada, en el que se suele ver a los mejores colegiados, se hubiera reprobado. Pero tanto los jugadores como Plaza vieron el pulgar levantado de la hinchada.

Quizá es un símbolo para pensar en que valen más jugadores de los que se piensa en una plantilla que ha ido dando cojetadas durante demasiado tiempo.

Pero el partido ante el Valencia, diferente mentalmente al de la Fonteta por la cuestión de la presión, ayer en las espaldas malagueñas, retrató carencias y ayudó probablemente a tomar decisiones. El juego interior no dio para competir ante un rival que demolió por dentro, aún con las buenas actuaciones de Fran Vázquez y Carlos Suárez. Estuvieron desabastecidos los jugadores más grandes por la buena defensa del Valencia, que ajustició, dominó durante los 40 minutos salvo un breve lapso en el segundo cuarto (21-20). Un parcial de 0-10 tras un 11-0 anterior ya puso cuesta arriba todo. Y los árbitros aumentaron varios metros el muro que ya tenía por delante el equipo de Plaza, que apretó teclas sin que ninguna funcionara. Insistió en la pareja Thomas-Suárez, buena en otras circunstancias. Y el rebote se perdió (30-35), con una secuencia en los peores momentos del tercer cuarto a favor del Valencia que remató lo poco que quedaba con vida.

Los mejores momentos cajistas fueron al inicio del segundo cuarto, con Díaz y Vázquez elevando el nivel defensivo hasta extremos competitivos. Se vio al mejor Fran en el último partido de la temporada. Quizá también fue el último con la camiseta verde, aunque su voluntad sea seguir. No fue casualidad que se cogiera la camiseta en la presentación para señalar el escudo. En un vaivén de parciales, el Unicaja se quedó sin ideas. Ciertamente, ha sido un problema el ataque estático durante toda la temporada. Nedovic ha desatascado en el último tramo de la temporada esa carencia, pero el serbio y su capa de supermán no fueron suficientes para sostener más tiempo al equipo. Una canasta de Fran sobre la bocina del primer tiempo dejaba algo de vidilla (29-34).

Pero el Unicaja encalló ahí. El festival arbitral fue ya el tiro de gracia. García González se puso farruco, dejó jugar en la canasta del Valencia y en la del Unicaja señaló minucias desesperantes. Sacó del partido a Díaz y Fran con faltas. El gatillo de las técnicas llegó a Plaza y Jackson. Lamentable el espectáculo. Probablemente desde el ínclito Radovic hace dos años ante el Maccabi no se inflamaba el Carpena de la manera que lo hizo ayer. La actitud arbitral se volvió chulesca y el Unicaja no tuvo la cabeza fría para aislarse para seguir compitiendo. Todo hay que decirlo, el Valencia enganchó una racha de triples demoledora que acabó con la resistencia malagueña y extendió a los 20 puntos la renta. Justin Hamilton terminó de hacer papilla al Unicaja.

Con el marcador cerca de los 30 puntos de desventaja es complicado culpar a agentes externos. Así que toca hacer autocrítica tras una temporada convulsa, con más oscuros que luces y que deja la enseñanza de que hay que construir mejor el equipo la próxima temporada. El baloncesto se ha acabado demasiado pronto en Málaga esta temporada. Finalizar en mayo es un síntoma horrible. Un año para olvidar, pero también para recordar. Para aprender de los errores.

Ficha técnica:

59 - Unicaja (12+17+21+9): Markovic (4), Nedovic (17), Kuzminskas (9) Thomas (7), Cooley (-) -quinteto inicial-, Díaz (-), Suárez (6), Jackson (2), Smith (5), Díez (2), Okouo (-) y Vázquez (7).

88 - Valencia Basket (20+14+33+21): Diot (12), Martínez (5), Sato (4), Peterson (3), Hamilton (22) -quinteto inicial-, Vives (2), Lucic (2), Dubljevic (10), Stefansson (12), Shurna (8) y San Emeterio (8).

Árbitros: García González, Perea y Munar. Señalaron falta técnica al técnico del Unicaja, Joan Plaza, por protestar (m.21) y al jugador local Edwin Jackson (m.23).

Incidencias: Segundo partido de los cuartos de final de la fase por el título, disputado en el Palacio de los Deportes José María Martín Carpena de Málaga ante 8.500 espectadores.

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