España se queda sin medalla por primera vez desde Atenas
La contagiosa pasión del Concierto de Aranjuez y un enérgico zapateado sobre el agua fueron el epílogo de la trayectoria olímpica de Gemma Mengual, quien ayer brindó con Ona Carbonell por el futuro de la natación sincronizada durante la presentación del programa libre del dúo en los Juegos de Río.
Con la expresividad y el carácter como indiscutibles señas de identidad, las españolas regalaron al público congregado en las gradas que abrazan la piscina principal del centro acuático María Lenk un programa libre que anuncia una revolución en la disciplina. Gemma Mengual, considerada pionera desde su aparición en los concursos internacionales, no quiso despegarse de esa etiqueta ocho años después de las dos medallas de plata que saboreó en Pekín.
Falló en el objetivo de conseguir otra presea en Río de Janeiro pero, a sus 39 años -tres después de haber anunciado erróneamente su retirada en febrero de 2012-, pudo devolver con el ejercicio que completó junto a Ona Carbonell parte de lo que a ella le dio la sincronizada. Eso fue lo que le llevó a retomar hace un año las fatigosas jornadas de entrenamientos en el CAR de Sant Cugat.
El ambicioso desafío que ambas perseguían era brillar con el ejercicio libre. Lo hicieron ante los ojos de la rusa Svetlana Romashina, indiscutible dominadora del dúo junto a su compatriota Natalia Ishchenko.
El último demarraje, sin embargo, no le bastó para desbancar a la pareja japonesa del tercer lugar. Tampoco para arrebatar la cuarta plaza a las ucranianas Lolita Ananasova y Anna Voloshyna. Sí para salir del agua con la sensación de haber exhibido frente a Joe y Nil la mejor actuación posible en su cuarta cita olímpica (compitió en Sidney 2000, Atenas 2004, Pekín 2008 y Río 2016).
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