Pellegrini insiste, poseído de razón, en que los dos mejores partidos que había jugado su Málaga hasta ayer eran los dos que habían caído derrotados. Ante Deportivo y Levante se vio una intención, pero se quedó en eso porque la fragilidad mental fue superior. En Coruña y en Valencia el Málaga no marcó y, ya se sabe que el fútbol sin salsa se puede atragantar al que intente paladearlo.

Ante el Racing, el fútbol fue similar, excepto en los metros de la verdad. Allí el Málaga llegó más y con más precisión. El fruto fueron los goles de Eliseu, Rondón por partida doble -ahora ya es el máximo goleador en solitario del equipo- y Recio, a cada cual más bello, más estético. Pero, sobre todo, vitales. Porque significan que el equipo va reaccionando. Porque sitúan al conjunto blanquiazul fuera de los puestos de descenso, que no es poco con la que ha caído.