Gracia cambia la historia (1-1)
Crónica
El Málaga completa otro encuentro sublime contra un grande y le saca un punto al Madrid que sabe a poco. Albentosa iguala un gol ilegal de Cristiano.
Hay líderes revolucionarios que despiertan a pueblos históricamente dormidos, que cambian el sino de una ciudad. Misioneros que rellenan la conciencia de una civilización que deja de ser insolidaria. Y entrenadores que disponen la ambición y el conocimiento necesarios para convertir a un equipo en un ejército imparable. No hay que rebobinar demasiado para encontrar un Málaga que vivía un suplicio ante los grandes. 6-0, 0-4, 7-0, 1-4, 6-2; son resultados aún frescos en partidos que incluso de antemano estaban perdidos. El año pasado Javi Gracia trazó una raya en el suelo para cambiar el curso. Esta suerte de encuentros ya no son un calvario, sus jugadores han encontrado la fe, la estrategia y el fútbol que se precisa para resistir o incluso ganar las contiendas más desiguales.
Madrid, Barcelona y Atlético ya han etiquetado al técnico navarro como rival non grato. Que ha convertido La Rosaleda en el paso de las Termópilas y ha tirado los muros de Berlín que había en el Camp Nou o el Bernabéu. La historia ha cambiado tanto que, pese a las trompetas de triunfo, hasta supo a poco el empate.
Gracia ha grabado la valentía en el ADN de sus jugadores y les ha dado un camino; ellos transitan por él con la inteligencia del león y el arrojo del rinoceronte. Ya no es que se le den bien los grandes, es que se está perfeccionando el método. Se ha pasado de aguantar bien el cero en el marcador y buscar la contra a afrontar con determinación situaciones adversas. El Barcelona marcó al minuto de juego y aun así sufrió unas tremendas sacudidas que de milagro le dieron el triunfo. Al Real Madrid se le igualó un 0-1 marcado en clamoroso fuera de juego y que apenas un minuto después vino acompañado de un penalti de Weligton. El punto de cocción que ha conseguido Gracia en los suyos es perfecto: no es que se crean que pueden puntuar en estos partidos, es que van decididamente a por la victoria. Juanpi, con una autopista hacia el gol; Horta, con la oportunidad para resucitar un par de veces; y Cop, viendo a Ramos ascender casi hasta el larguero para evitar su tanto en boca de gol, disfrutaron de claras ocasiones que no llegó a tener el Madrid salvo en un remate de Jesé abortado por Kameni, quien mantuvo la fe y la llama vivos.
Empató el Málaga. Su victoria fue que los jugadores de Zidane pronto estuvieron de brazos y Liga caídos. A los blancos les faltó alma para ir a por el triunfo; al Málaga sólo gasolina, porque el derroche fue tremendo y dejó el peaje de la falta de frescura para rematar la faena. Si bien nunca dejó de buscar a Keylor Navas.
Baste repasar las actuaciones individuales para entender el nivel de convicción y atrevimiento. Kameni mantuvo el temple para la difícil misión de repeler el penalti de Cristiano cuando aún sonaba el eco del 0-1. Los laterales estuvieron soberbios, Miguel Torres puro corazón, Rosales todo inteligencia. Achicó y achicó agua a raudales el madrileño, pese a jugar con una amarilla desde el minuto 2; el venezolano fue casi un medio centro, tal fue el caudal de fútbol que generó desde su costado. Camacho es el lugarteniente perfecto de Gracia, hay un cordón umbilical entre el ordenador del técnico y los pulmones del maño. Se merendó a Kroos y habría seguido tirando desmarques en un partido de 100 minutos, como lo hizo en el tiempo de descuento para traer calma. Y, cómo no, el descaro de los jóvenes. De Juanpi hay que expurgar entre su fallo ante Keylor Navas y algún mal pase para llegar al tuétano de la cuestión: que está madurando a pasos agigantados y se emplea ignorando los perros de presa ante los que tira regates y pases. Pablo Fornals, con su inequívoca cara de niño, escribió el segundo capítulo de su manual de osadía: el primero fue aquel regate eléctrico ante Busquets, al que pocos dejan tirado por el suelo. Ayer sorteó a Lucas Vázquez y a Carvajal y Keylor mandó su tiro a córner, el que fue la génesis del empate. Ese tanto que llegó con un central centrando y el otro rematando. Y si Cop y Charles robaron infinidad de balones y Santa Cruz se tiró en el descuento al suelo para abortar el centro de Lucas Vázquez es porque en este Málaga todos comparten el hambre del gol y nadie economiza una gota de sudor. El engrasado de la máquina es pluscuamperfecto porque entra quien sea y se adapta al paso. Lo hizo Horta, que no se llevó el gol en un par de buenas oportunidades, pero sí una copiosa ración de balones robados.
Ni siquiera un gol extemporáneo del Madrid habría borrado la sonrisa del aficionado, que ha aprendido a soñar despierto ante los grandes. Y que se marchó de La Rosaleda maldiciendo al colegiado y rumiando el deleite. Sí, la historia ha cambiado. Gracia tiene la patente y el Málaga no debe tardar en asegurar su continuidad del Panoramix blanquiazul.
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