Hoy es 1 de julio, una fecha significativa. A efectos laborales arrancan el verano y las vacaciones para muchas personas. Los turistas se multiplican en España. También tiene su peso en el mundo del fútbol, pues los contratos se terminan. Como el de Patrick Mtiliga, al que el Málaga le deseó suerte ayer a través de su página web. Al que obvió por completo fue a Alejandro Sierra Fumero, Sandro para el mundo, mito del malaguismo que también finalizaba su vínculo con el club. Un mito olvidado por un Málaga al que le ofreció tardes de gloria. Un mito que sale de forma silenciosa y sin querer hacer ruido.
Sandro se desliga del Málaga, al que ha pertenecido durante una década. Criado en el Real Madrid, fue futbolista blanquiazul de 1997 a 2003 y de 2006 a 2008. Se retiró este último año y pasó a los despachos como ayudante del entonces director deportivo Ricardo Rodríguez. Trabajó con Jesualdo Ferreira en la confección de la plantilla hace un año, pero tras su destitución fue degradado a hacer labores de cantera. No obstante, sus funciones nunca estuvieron claras. Ni siquiera dispuso de un espacio físico para trabajar.
Lleva varios días en Tenerife. Su intención es instalarse en su pueblo natal, Las Galletas, y dedicarse a la empresa familiar. Con la salida de Sandro, apenas quedan vestigios de la época de Fernando Sanz en el Málaga. La desvinculación de Sanz, asimismo, tampoco se ha hecho pública, aunque Abdullah Ghubn así la ha reconocido en varias apariciones públicas.
Sandro se erige como uno de los últimos emblemas malaguistas. Amado por la grada, que nunca olvidará sus pases ni su papel fundamental en los ascensos a Primera del Málaga. Su marcha estaba asumida, pero ya es un hecho. Como la de Mtiliga, que sí obtiene reconocimiento oficial.
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