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Millones para dejar todo a punto

Rusia organizará por primera vez en su historia un Mundial, el de 2018, tras imponerse en la segunda ronda (13 votos) a las candidaturas conjuntas de España y Portugal (7) y Holanda y Bélgica (2), aprovechando los dos que obtuvo de la eliminada Inglaterra más otros dos que perdió la propuesta de centroeuropea respecto a la primera votación.

El país propone 13 sedes (Kaliningrado, San Petesburgo, Moscú, Kazán, Nizhny Novgorod, Yaroslavl, Samora, Volgogrado, Saransk, Krasnodar, Rostov-On-Don, Sochi, Yekaterinburgo) y 16 estadios, de los que 13 serán de nueva construcción y los otros tres deben ser remodelados. De todos ellos, sólo tres superarán las 50.000 localidades: Krasnodar (50.015), San Petersburgo (69.501), estos dos por hacer, y el Luzhniki de Moscú (78.394).

No son las infraestructuras el punto fuerte de la candidatura, sino su presupuesto para el Mundial y la Copa Confederaciones de 2017 que asciende a 641,3 millones de dólares, a los que hay que sumar una partida para la remodelación y obras de los estadios que asciende a 3.820 millones de dólares, el mayor de las cuatro candidaturas.

La experiencia organizativa también está del lado de los rusos, que ya organizaron los Juegos Olímpicos de Moscú 1980, el Mundial de fútbol sub 20 femenino en 2006 y organizará los Juegos de Invierno de 2014, en Sochi.

Las preocupaciones de la FIFA radican en las infraestructuras de transporte, dada la gran extensión del país y porque la red de alta velocidad es limitada y sólo uniría a seis de las 13 sedes. Desde Kaliningrado, un enclave junto a las repúblicas bálticas, hasta Yekaterinburgo, en los Urales; o desde Sochi, junto al Mar Negro, hasta San Petersburgo, en el norte del país, hay miles de kilómetros y las conexiones no son todo lo buenas que deberían. Esto trasladaría mucho peso al tráfico aéreo, sin olvidar los problemas por la diferencia horaria con Europa, un problema añadido.

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