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Paisaje tras la batalla

  • Los clásicos desgastan la imagen de Mourinho, pero también las fuerzas del Barcelona con vistas a la final de la Champions

La pelea fue inmisericorde tanto dentro como fuera del campo. Los cuatro clásicos entre Real Madrid y Barcelona dejaron un paisaje después de la batalla que incluye heridas por curar y dudas por resolver.

EL barçA EN WEMBLEY

El equipo azulgrana fue el ganador de la extenuante tetralogía, pero las consecuencias del esfuerzo físico y mental pueden pasar factura. "Han sido unos días muy duros", confesó el martes Pep Guardiola, después de que su equipo lograra el pase a la final de la Liga de Campeones.

El Barcelona jugará el 28 de mayo en Wembley su tercera final en seis temporadas. Si gana, levantará su cuarto título en la máxima competición de clubes. De esa forma, apuntalaría su vocación de hegemonía en el fútbol mundial, donde en los últimos años su fútbol de toque, liderado por Messi, ha maravillado. No lo tendrá fácil. "Muchos de mis jugadores apenas tuvieron vacaciones después de ganar el Mundial y van a jugar el último partido de la temporada. Es una proeza", dijo Guardiola, cuyo gusto por las plantillas cortas le ha llevado a poner como central al argentino Mascherano, un medio centro de apenas 170 centímetros de estatura. No puede permitirse otra lesión antes de Londres.

LA INVERSIÓN DE ROLES

Barcelona y Real Madrid se han invertido los papeles en los últimos años. El victimismo que durante décadas se achacó al equipo catalán en la justificación de sus derrotas es ahora un concepto asociado al Real Madrid. El entrenador blanco, José Mourinho, se preguntó "por qué" en el partido de ida en el Bernabéu, que terminó 0-2 para el Barcelona tras la expulsión de Pepe. El portugués insinuó ayudas arbitrales de la UEFA y declaró "imposible" la remontada. La jugada del pasado martes que acabó en el gol de Higuaín cuando el árbitro ya había pitado, reavivó el debate.

El discurso del vestuario siguió el mismo patrón. "El año que viene que les den la Copa directamente", ironizó Cristiano Ronaldo. El Barcelona se sintió durante décadas perjudicado por la influencia del Madrid en los estamentos del fútbol. Mientras el club blanco acumulaba nueve Copas de Europa, los barceloneses no lograron la primera hasta 1992. En los últimos 20 años, sin embargo, el balance es 3-3. El Barça está ahora en posición de disputar la batalla por el corazón, y el dinero, de futuras generaciones de hinchas en todo el mundo.

LA CREDIBILIDAD DE MOU

La credibilidad de José Mourinho sufrió un golpe con la eliminación de la Liga de Campeones, la competición sobre la que giran todas las obsesiones del madridismo. El club accedió a renunciar a valores futbolísticos tradicionales en favor del éxito, pero la Copa del Rey es un premio menor.

La apuesta defensiva del portugués no pudo tampoco derrocar el reinado del Barcelona, al menos en su primer intento. Tiene tres años más de contrato. Al menos, si el Madrid no lo devora. El club se puso en sus manos. Hasta un viejo enemigo ideológico como Jorge Valdano asumió las tesis de Mourinho. "La eliminatoria ha estado marcada a fuego por las decisiones arbitrales", dijo el director general del club blanco. El Madrid, sin embargo, sólo disparó una vez entre los tres palos y apenas tuvo el 34% de la posesión del balón en un partido en el que necesitaba tres goles. Mourinho fue declarado mejor entrenador de 2010 por la FIFA, pero la tetralogía de clásicos lo debilitó. Su Madrid recibió críticas de colegas prestigiosos como Ottmar Hitzfeld y Guus Hiddink. Su control sobre el vestuario se pondrá también a prueba en un final de curso en el que el Madrid no se juega nada.

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