Tras unos días de merecido descanso de los Juegos Olímpicos, Pekín volvió ayer a la fiesta con el inicio de los Paralímpicos, una competición en donde se espera que China vuelva a dominar en el medallero pero también que se conciencie de una mayor necesidad de atención a sus 83 millones de discapacitados.
La brillante y colorista ceremonia de inauguración, "bella y simple como los cuentos de hadas" en palabras de su creador, el coreógrafo y cineasta Zhang Yimou, comenzó con la misma cuenta atrás de fuegos artificiales que sorprendió en la clausura de los Juegos Olímpicos.
Esta vez, sin embargo, esa cuenta regresiva estuvo acompañada por niños de todo el mundo dando la bienvenida a los Paralímpicos desde la Plaza de Tiananmen y otros puntos neurálgicos de Pekín.
A continuación, tras la llegada con pompa y boato de la cúpula comunista, se cambió el guión habitual de los recientes Juegos Olímpicos y el desfile de atletas se produjo antes que la parte artística, con grandes vítores para las delegaciones de Reino Unido, Alemania (por sus pancartas en chino), Taiwán, Macao y Hong Kong.
A la inauguración de los Juegos Paralímpicos acudieron jefes de Estado, Gobierno y miembros de familias reales de una docena de países, entre ellos el presidente de Alemania, Horst Kohler; el de Irán, Mahmud Ahmadineyad; la infanta Elena de España y el presidente de honor del Comité Olímpico Internacional, el español Juan Antonio Samaranch.
Cádiz tiene dos representantes, el jerezano Manuel Rodríguez Vázquez, en boccia; y Sebastián Rodríguez Veloso en atletismo.
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