Pellegrini no pierde el tiempo

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El técnico, que no ha parado desde que llegó, inició en Barcelona los primeros contactos con su plantilla, fue ayer a ver al filial pese a haber aterrizado de madrugada y después dirigió su primer entrenamiento

El técnico chileno, con sus ayudantes, presencia los movimientos de sus jugadores en el entrenamiento de ayer.
El técnico chileno, con sus ayudantes, presencia los movimientos de sus jugadores en el entrenamiento de ayer.
Carlos Pastor / Málaga

08 de noviembre 2010 - 05:02

Contra la clasificación, contra una secuela de seis partidos sin los tres puntos y, sobre todo, contra el reloj. Son los vértices del arduo trabajo que tiene por delante Manuel Pellegrini desde que el viernes puso los pies en el Aeropuerto de Málaga. Por ello, no quiere desaprovechar ni un solo minuto de sus primeros días. Su fin de semana apenas le dejó suspiros y tiempo para dormir. Su implicación inicial queda fuera de toda duda.

Lo demostró desde el día de su llegada, cuando a pesar del jet lag por el vuelo con escala en Madrid y la alta expedición en los aeropuertos que surcó atendió amablemente a todo el que le inquirió. Ya en la convivencia sabatina con la expedición (reuniones personales, conocimiento de empleados y directivos) y posteriormente viendo el Espanyol-Málaga desde el palco tuvo su primer gran acercamiento al terreno deportivo. Sin embargo, fue ayer cuando experimentó un cansancio mucho más pleno por la jornada que le tocó desarrollar.

Y es que Pellegrini se acostó en torno a las cuatro de la mañana tras el vuelo en chárter de madrugada que llevó al equipo desde Barcelona hasta Málaga. Pese a ello y el cansancio ya a cuestas, no dudó en madrugar para presentarse con su cuerpo técnico, Rubén Cousillas y José Cabello, en el campo de la Federación Malagueña poco antes de las 11:30 para presenciar el Atlético Malagueño-Maracena. Rafa Gil y Antonio Benítez, dupla interina en Cornellá, estuvieron con él, aunque el chileno prestó más atención al choque y al teléfono, que sonó varias veces en la matinal.

Tras el pertinente parón para el almuerzo, cambió su jersey de rayas (otro distinto al que vistió en Barcelona) y el pantalón negro por el chándal negro y el chubasquero morado de entrenamiento. La sesión que dirigió fue suave, la clásica de recuperación para los titulares y de rondos y un circuito físico para los que ni jugaron ni viajaron. Como contraste con Ferreira, empezó sin balón, con un par de vueltas al terreno de juego. Dentro de ese trabajo pausado, llamaron la atención los rondos aéreos con un máximo de cinco toques.

Es la particular adaptación del chileno a su nueva realidad, que le obliga a redoblar esfuerzos. Esa primera fase tendrá fin el jueves, cuando haga su debut oficial en el encuentro de Copa del Rey frente al Hércules. Y podrá sentarse en el banquillo gracias al acuerdo ya sellado entre el club, Jesualdo Ferreira y su cuerpo técnico para extinguir su contrato. Finalmente, cobrarán sólo el primer año estipulado en su contrato de tres. Una buena disposición para poner fin a un trayecto poco afortunado.

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