Querido Pionir
El Unicaja regresa el viernes tras seis años al mítico pabellón de Belgrado en el que jugó cuatro veces, y ganó tres, ante el Partizan desde 2005 a 2009
En las puertas de cristal blindado de la Sala Pionir hay carteles. Se prohiben las bengalas y, explícitamente, las armas de fuego con un símbolo inequívoco. No ocurre sólo allí, es frecuente en los Balcanes. No se percibe inseguridad, no obstante, dentro, parece un caos controlado. Sí pasión desbordada, mucho alcohol y tabaco. Es la experiencia de los viajes del Unicaja a Belgrado para jugar en un lugar legendario del básket europeo. De 2005 a 2009 actuó cuatro veces allí. Ganó tres y la otra perdió por un punto, un gran balance. Este viernes volverá allí tras más de seis años de ausencia. Cambiará, eso sí, el rival. No es el Partizan, sino el Crvena Zvezda, el Estrella Roja.
La celebración del Europeo de waterpolo en el majestuoso Beogradska Arena (más de 20.000 espectadores de capacidad) ha desplazado al Estrella Roja (Crvena Zvezda en serbio) al mítico escenario para disputar sus partidos de Euroliga. Capaz de llenar el primero, hace rebosar las 7.500 localidades de Pionir, un lugar legendario que escribe un trozo del último medio siglo de baloncesto europeo. Desde que en 1975 acogió el Eurobásket, ganado por la Yugoslavia de Cosic, Dalipagic, Delibasic, Slavnic y Kicanovic, hasta los días actuales ha celebrado todo tipo de eventos deportivos, no sólo de baloncesto, que también tuvo finales de copas europeas y otro Eurobásket, el de 2005. Voleibol, balonmano y judo han repartido medallas internacionales allí, donde han cantado Elton John, Dire Straits, Tina Turner, Eric Clapton, Deep Purple, Iron Maiden, Pavarotti o 50 cent.
La acogedora Belgrado, la ciudad blanca en serbio, reparte sus pasiones entre los grobari (enterradores, por su color negro) del Partizan y los delije (algo así como héroes) del Estrella Roja. Con sus grupos de animación habitualmente vinculados al ultranacionalismo serbio, ha habido algún incidente en estos años de Euroliga, también en competiciones de fútbol. En la última visita del Unicaja, en 2009, los aficionados malagueños que acompañaron al equipo fueron escoltados durante toda su estancia porque semanas antes un hincha del Toulouse había sido asesinado antes de un partido del equipo francés en la capital serbia por radicales del Partizan. La vigilancia es constante.
En una zona donde los deportes de equipo son seguidos en masa y el baloncesto tiene un seguimiento enorme, una de las disyuntivas con las que se encuentra la Euroliga es no garantizar ningún puesto para equipos de la antigua Yugoslavia. Prescindir de este caudal de afición y tradición parece una herejía. Es una de los lugares del continente desde donde se hace más presión para que la competición no se reduzca. Cierto es que ha habido excesos como el del Partizan, arruinado y en su pico más bajo desde la desmembración de Yugoslavia, pero se consolidan proyectos estables como este Estrella Roja y el Cedevita. Los dos equipos de la Liga Adriática con plaza en la Euroliga han pasado al Top 16, algo que no pueden decir licenciados como Milán o Maccabi.
Belgrado es una ciudad de la que el Unicaja tiene grandes recuerdos. Allí celebró la Copa Korac ganada en Vrsac, a unos 50 kilómetros de la capital, en el año 2001 ante el Hemofarm, el primer título oficial de la historia de la entidad. Una fiesta en la que Boza Maljkovic, que escogió Belgrado porque en Vrsac había poco que hacer, se arrancó a cantar típicos temas serbios por la noche y a la mañana siguiente llevó a toda la expedición a visitar la tumba de Radivoj Korac, ex jugador serbio muerto en accidente que daba nombre a la entonces segunda competición europea, para ofrecerle el trofeo de campeón.
El Unicaja, después, jugó cuatro veces en Belgrado entre 2005 y 2009, siempre contra el Partizan, entonces indiscutible dominador del baloncesto serbio. Y en ocasiones señaladas. En 2005 ganó en medio de la mejor racha de victorias firmada jamás en Europa por el equipo malagueño, 11 seguidas. Era el equipo que sería campeón de Liga meses después, al que sólo una mala noche contra el Olympiacos en el Carpena le impidió pelear una Final Four para la que tenía nivel. Ganó con una sinfonía en el último cuarto (67-86) después de una curiosa anécdota. Se llegó el mismo día del partido por la niebla que había la noche anterior en Belgrado. Se perdieron en un transbordo de Milán a Roma las maletas y Sergio Scariolo gestionó personalmente con su ex pupilo Sasha Djordjevic, ahora entrenador del Panathinaikos y entonces representante de la marca que Nike comercializaba en Serbia, la elaboración de unas camisetas especiales para ese partido, con apariencia bastante similar, así como las botas para los jugadores. Muchos de ellos debieron tapar el logotipo por temas publicitarios.
En 2007 se ganó un partido (90-94) en la prórroga también especial. Supuso el pasaporte para el Top 16 que sería la lanzadera para la Final Four de Atenas. Pepe Sánchez ya ensayó su triple inolvidable ante el Barcelona con otro ir al tiempo extra. Y, fuera de la pista, se pusieron las bases para una conexión especial con la afición. No se disponía un chárter en Europa desde la final hasta el Hemofarm y, por la trascendencia del partido, se contrató uno y casi un centenar de aficionados cajistas se desplazaron a Belgrado. Vieron lo que era el Pionir y también que era posible avanzar lejos en aquella Euroliga que acabó siendo tan especial.
Después habría otra dos visitas, con Aíto García Reneses como entrenador. En la campaña 2008/09 se perdió por 60-59 en el primer partido del Top 16, con un polémico tapón del gigante Vranes a Omar Cook. Y a finales de ese año, en la primera fase, se venció por tercera vez en cuatro visitas (64-72). Historias de Belgrado, memorias del Pionir, que retomarán el Unicaja desde este viernes.
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