Ahí está el Unicaja, vivo y coleando tras su mejor partido del año 2012. Quizá ha cuadrado demasiado tarde, cuando ya nadie lo esperaba, incluso dentro del mismo equipo no sobraba la fe. Pero Casimiro hizo clic en el puzle y consiguió una vida extra para soñar con el play off y ver como una posibilidad tangible la novena plaza. Fenomenal Unicaja, que ganó en una pista repleta de cristales, con trampas en cada esquina, el territorio de ese genialoide Kostas Vasileiadis, en su espléndida madurez. En Miribilla se esperaba con ganas al Unicaja. Es visto como el grande más accesible al que meterle mano y colarse en la aristocracia, hay mar de fondo, en la prensa local se resaltaban las declaraciones de Eduardo García en las que llamó "advenedizos" a los bilbaínos. El partido se vendía como algo más que deportivo.
Y es que Miribilla es una suerte de Ciudad Jardín del siglo XXI. Se percibe la ilusión, se genera la presión, se vibra y se aprieta como en los 90 en Málaga. Ahí triunfó el Unicaja (80-83), quizá porque aún conserva los rescoldos de ese equipo grande que nunca ha dejado de ser aunque lo haya parecido en estos desastrosos últimos meses. Dominio del 1 al 40, lo máximo que concedió fue un empate en un minuto final (77-77) taquicárdico en el que el Unicaja tuvo la personalidad de la que ha carecido en todo 2012, en este despeño que paró justo para tener una bola extra de play off y licencia de Euroliga. En la pista de un equipo Top 8 europeo este año.
¿Por qué ahora y no antes? Es la pregunta que surge tras ver al equipo desenvolverse en Bilbao. Tras mes y medio de mover perdices y tomar decisiones, Casimiro ha conseguido una pareja de bases decente, que conecta con los pivots, que vuelven a parecer de máximo nivel (37 puntos y 16 rebotes entre Freeland y Zoric), incluso Sinanovic parece aprovechable tras una hibernación de muchos meses. Berni da un poco de lógica, Darden ha sido en los últimos partidos el de principio de temporada, como un soberbio secundario (10 puntos y nueve rebotes). Y qué decir de Alberto Díaz, sublime aparición entre el final del tercer cuarto y el principio de último, con un desparpajo impropio de su edad, con una jerarquía que asustaba, una bombita, un alley hoop a Freeland, una canasta en contraataque asumiendo responsabilidad. Oportuno también DeVries, con 14 puntos tras el descanso (16 de Freeland tras el receso también). En fin, una respuesto colectiva a las necesidades del club en un momento trascendental.
Y también tuvo Casimiro mucho que decir. Casi todo lo que planteó le salió bien. De salida colocó a Berni sobre Vasileiadis y Abrines sobre Jackson, manejó las zonas con Sinanovic. Ha tenido una gestión difícil, pero ciertamente no se le puede reprochar movimiento y decisión. Bien plantado, el Unicaja dominó desde el principio. Podía parecer el clásico espejismo de varios partidos ya en esta racha abominable, pero se extendió y se extendió hasta que ganó. Fue sólido, llegó a ver cómo le empataba Gescrap (25-25 y 77-77), pero nunca le permitió que se colocara por delante.
El Unicaja encontró al fin a sus pivots y eso vale mucho, muchísimo. Ejemplo el primer cuarto, en el que Zoric gobernó el duelo desde el poste alto. Darden dio otra vez ese pegamento necesario para vertebrar a un equipo. Con ayudas defensivas, con rebotes a una altura impensable, atacando a sus pares cerca del aro, en el poste bajo, como le exigía Casimiro. Y así se obtenían ventajas (13-20, 17-25). Pero, como ocurrió en el final de cada cuarto, el Unicaja dejaba escapar diferencias. Raúl López recortaba con dos triples y Banic igualaba (25-25). Pero ahí aparecía Sinanovic para reducir los espacios. Se alternaban zonas e individual con el bosnio en pista, sólo Vasileiadis, Banic y esporádicamente Jackson la interpretababan bien. Se salía un triple de Abrines para colocar al equipo con 10 de ventaja y un dos más uno del griego dejaba en tres la diferencia (33-36) al descanso, demasiado poco para lo que se había visto. Entre medias, a Mumbrú se le pitó una técnica que le colocaba con cuatro faltas en el primer tiempo, un detalle a favor.
Tras lo que sucedió en Badalona, parecido resultado al descanso, había que constatar la fiabilidad del equipo en campo ajeno. Y el Unicaja siguió la senda del triunfo con decisión. Con Freeland y DeVries como focos anotadores todo resultó más sencillo, el juego fluía a pesar de que Vasileiadis martilleaba. Pero de nuevo fatalidad en la última jugada del cuarto. Freeland yerra un mate claro en contraataque y responde Blums sobre la bocina (53-59).
Ahí emergió la figura de Alberto Díaz, que ofreció unos fabulosos minutos a caballo entre el tercer periodo y el último. El pelirrojo despertó admiración en Miribilla con su descaro. Y tras un mate de Sinanovic (56-69) aquello parecía bajo control a falta de seis minutos. Pero no, obviamente había que sufrir. El Gescrap elevó el nivel defensivo, con un público enervado con los árbitros y un Unicaja que daba algún síntoma de nerviosismo, regalaba balones y hacía un deficiente uso de la ventaja adquirida. Y Vasileiadis empató. El griego falló un triple para poner por delante a su equipo y Darden mató en contraataque (77-80). Metió dos tiros Raúl López, anotó dos Freeland, introdujo uno Jackson y otro DeVries. Y el Unicaja ganó 80-83 tras triple de Vasileadis desde el centro del campo. Y ganó, al fin, desde el 11 de febrero fuera de casa. Justo para ganar una vida extra y estar ahí en la última jornada.
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