Smith & Smith, aquella pareja de fábula

Ray Smith y Mike Smith. Ex jugadores de baloncesto

Juan De La Huerga

27 de octubre 2013 - 12:10

Marcaron una época en el baloncesto español con un juego veloz, espectacular, distinto. Hicieron las delicias de los aficionados malagueños (Maristas) y hoy viven en el Aljarafe sevillano (uno en Palomares del Río y el otro en San Juan de Aznalfarache). Sin ser hermanos, Ray Smith (Greer, Carolina del Sur; 18-02-62) y Mike Smith (Nueva York; 10-09-63) formaron una pareja perfecta, de fábula, consiguiendo el ascenso a la ACB en el 88 con el Mayoral. Mike gozó de más éxito (Joventut, Real Madrid, Caja San Fernando, selección) y Ray fue la estrella de equipos con menos renombre (CajaCanarias, Andorra, Valladolid, Huelva, Ourense, Estrasburgo). A la cita, un pretexto para hablar de aquel estilo que encandiló a miles de hinchas, llegan con un cuarto de hora de antelación.

-¿Por qué viven en Sevilla?

-Mike Smith. Mi último equipo profesional fue el Cajasol, estoy a gusto y tengo muchos amigos en Málaga, que está cerca. Me gusta la tranquilidad y por eso vivo en Palomares. Además, soy presidente del CB Dos Hermanas.

-Ray Smith. Me vine hace casi cuatro años porque Mike me pidió que lo ayudara en Dos Hermanas. Como tengo a mis hijas en Huelva, me interesaba más estar aquí que en Granada, donde vivía. Luego me fui por mi lado y caí en San Juan. Hace cerca de un mes me salió un proyecto muy bonito del Ayuntamiento para entrenar a niños pequeños y quitarlos de la calle. Los padres me dicen que se alegran de que ayude a sus hijos.

-En el baloncesto los recuerdan por el juego que desplegaron en el Maristas. ¿Están orgullosos?

-R. S. Sí, tuvimos suerte porque nos complementamos mucho. Siempre pedíamos el balón porque los nacionales no eran tan buenos como ahora. Nos jugábamos el 80% de las posesiones. Confiábamos mucho el uno en el otro y cuando teníamos el balón había que anotar como fuera.

-M. S. Estoy de acuerdo con Ray. Nuestro equipo era joven, con una media de 20 años, algo normal porque era un colegio; yo tenía 22 años y Ray, 23. Aprovechamos esa desventaja para luchar mucho, nunca renunciamos a nada y dimos espectáculo. Con nuestros compañeros logramos nuestra propia identidad. El Caja de Ronda era el club rico, pero el juego del Maristas era muy bonito.

-¿Cómo fue aquello de empezar en Irlanda, donde no hay tradición de baloncesto?

-M. S. Ninguna. Me llegó la oportunidad por un contacto de la universidad que conocía a gente en Irlanda, aproveché para probar y conocer Europa antes de empezar mi trabajo en Estados Unidos. Y me quedé.

-R. S. A mí me pasó todo lo contrario. De la NBA pasé a la CBA. Jugaba en Albuquerque, no me gustaba, me vine a casa y estuve en una liga de verano. Me vio un entrenador, Ken Black, que tenía un equipo en Irlanda y me dijo que si me iba con él por 1.500 dólares al mes. Le respondí: "¿Irlanda dónde está?". Me convenció, pero si no me gustaba, me volvía en siete días. Estuve tres años y si no me llega a llamar Mike para ir a Málaga, igual no salgo de allí.

-M. S. Estoy de acuerdo.

-R. S. Yo jugaba en el mejor equipo de allí. Ganaba la liga, la Copa, jugaba competición europea y estaba muy cómodo.

-¿Quién es el hermano Julián?

-M. S. Es el que movió todo esto. Tenía una colaboración con los Maristas en Irlanda. Sabía que su club estaba buscando extranjeros con talento. Por suerte, entré en esa lista, yo jugaba en los Maristas de Irlanda. Allí conocí a Ray. Aunque éramos rivales, en un torneo compartimos habitación y no sólo vi que era un gran jugador, también una buena persona. Si no lo hubiera tratado, no lo hubiera recomendado. Él vino a Málaga a sustituir a David Cooke.

-R. S. Me acuerdo perfectamente. Llegué el 31 de marzo, justo antes del play off de ascenso de Primera B a la ACB. Después me quedé tres años más.

-Ray, de usted no se olvidan en Sevilla. Metió 51 puntos contra el Caja San Fernando y a algunos les impactó más que Sabonis.

-R. S. Sí...

-M. S. No me extraña porque Sabonis tenía un pacto... y medía 2,20 metros, mientras que Ray con 2,00 podía hacer tantas cosas...

-R. S. He tenido mucha suerte con mi físico. Nací jugando en la calle, en Carolina del Sur. Allí tú te buscas tu propio tiro. Si pitas falta, la gente te llama maricón. Juegas duro desde niño. En Irlanda tenía libertad. Metía 40 cada partido. Cuando llegué a Málaga, Imbroda me dijo que esto era igual. En mi debut en Valencia anoté 47. Recuerdo que en mi primer entrenamiento Pedro Ramírez me dijo que no metía una y le contesté: "No soy de entrenamientos"...

-...como Abdul Jeelani.

-R. S. ¡Ay, Jeelani, qué jugador! Bueno, en mi debut en Valencia había 5.000 personas, no veía a tanta gente desde mi época universitaria en Seattle. Me pusieron la luz verde y metí 47.

-Hacían un baloncesto divertido.

-M. S. Teníamos clara la filosofía de Imbroda. Él me respetaba como persona, como jugador e incluso como segundo entrenador. Traje a Ray y le daba mi opinión. Le decía a menudo que había que hacer una especie de equipo universitario, los jugadores nos juntábamos antes de un tiro libre, algo que no se hacía antes, y presionábamos mucho. No teníamos tanto talento como otros, pero peleábamos y dimos espectáculo: Ray, yo... y nuestros compañeros, porque no podíamos ganar sin ellos, cada uno con su rol. Hicimos un equipo, uno de los mejores sin ser muy famosos. Por la confianza que tenían en mí me nombraron capitán el primer año.

-Aún se recuerda allí a aquel equipo de colegio que subió.

-M. S. Fue mi época más feliz, disfrutaba y no había tanta presión. Luego hubo que cambiar y ser más profesional.

-Usted fue un traidor y se marchó al Caja de Ronda.

-M. S. La mayoría al principio no entendía por qué me fui. Mi sueño era seguir en Málaga y lograr un título, por eso me marché al Caja de Ronda. Tuve opciones de irme antes al Joventut y no lo hice. No jugué apenas porque tuve un problema con el entrenador. Aquel año el club hizo los trámites para mi nacionalización y no la consiguió, sí el siguiente con el Joventut, pero la ACB tenía un acuerdo para no dejarme jugar como español. Tuve fortuna con la lesión de Pressley antes del play off y jugué como americano teniendo mi pasaporte español. Después ya pude jugar como nacional.

-Mike, ¿qué opinión la merece la figura de Ray en el baloncesto español de los últimos 30 años?

-M. S. Está en el top 10, por supuesto. Otros tenían más nombre, pero él llegó sin ninguna referencia, como yo. Vinimos siendo desconocidos y trabajamos duro.

-¿No se le quedó la espina clavada de la NBA, Ray?

-R. S. No y sí. Aquí tenía un contrato, la NBA empezaba en noviembre y no me daba garantías, no quería arriesgarme. En Seattle no tenía sitio en la plantilla y por eso me mandaron a Albuquerque. Me dijeron que estuviera seis meses. Metía 36-37 puntos por partido. Yo he anotado en todos los sitios. Eso es lo mío. Pero era una ruina, hacíamos viajes a Detroit en un furgón 12 tíos apretados. Llegábamos después de 36 horas y a jugar. No había hoteles de lujo, sino moteles. Estuve cinco meses. Por otro lado, estoy contento con mi carrera en España, no cambio lo que hice por nada...

-M. S. Yo alguna sí. Tuve una oferta para ir a los Clippers tras ganar la Liga Europa con el Joventut. Lo normal era salir en un buen momento y buscar otra aventura. Aunque fuera el peor equipo de la NBA, no pasaba nada, pero me quedaban cuatro años en el Joventut tras cumplir dos -firmó seis-. Los Clippers me daban dos años de garantía y me dio miedo.

-Pero aquí le fue bien...

-M. S. Sí, sí. Es difícil dejar un contrato de cuatro años por dos. Habría estado en una ciudad preciosa como Los Ángeles, pero también mi miedo era que el equipo no tenían aún entrenador y nunca sabes si contará o no contigo. Aun así, España es mi casa. No me arrepiento, sólo habría cambiado algo mi carrera. Tengo más amigos aquí que en Estados Unidos y creo que moriré en España. Vine con 22 y tengo 50.

-Volvamos a Jeelani, Ray.

-R. S. Me fastidió el primer play off con el Askatuak. Perdimos contra ellos. Era muy bueno. Yo lo defendía con más intensidad que nadie, pero era muy listo, muy lento, no saltaba y tenía unos movimientos de pie que nunca olvidaré. Y encima a su lado jugaba Lance Berwald con 2,10 y 130 kilos. Era un muro abajo. A él lo defendía José Pedro García con 2,03 y 90 kilos. ¡Imagínese un americano de 2,10 contra un español de 2,03!

(Tras enzarzarse en una discusión de memoria histórica sobre si Jeelani fichó por el Caja San Fernando el año siguiente de subir a la ACB con el Askatuak, sigue la amena charla)

-M. S. Nosotros siempre le ganábamos al Caja San Fernando, ellos solían derrotar al Askatuak, contra los que normalmente perdíamos. Éramos los aspirantes al ascenso y nos pusimos contentos cuando nos tocó el Caja para subir. Al siguiente año, Sevilla fichó a Jeelani y ascendieron con él.

-R. S. Queríamos al Caja porque les ganábamos fácilmente. Terry White no me podía defender a mí y contigo no podía Mark Crow.

-M. S. Les teníamos comida la moral, el Askatuak a nosotros y el Caja a ellos.

-R. S. Porque White sí tenía cuerpo para defender a Jeelani y nosotros no. Me acuerdo de jugar contra el Caja en San Pablo, trajimos a 4.000 personas, fue una fiesta y subimos. Yo era ala-pívot, pero alguna vez me tocó defender a Sabonis en Carranque...

-M. S. El pabellón nuevo nos dio identidad y meter a 2.000 y pico tíos que les gustaba más nuestro juego que el del Caja de Ronda.

-Ustedes han vivido la evolución del jugador español de finales de los 80 hasta ahora.

-R. S. Me sorprende por un lado. Cuando yo llegué me dijeron que en España se jugaba muy bien al baloncesto, pero los nacionales no me convencían.

-M. S. Bueno, Ray, llegamos a Primera B, no a la ACB. Cuando subimos y jugamos contra los grandes se notaba la supremacía. Llegué al Joventut de Villacampa y Rafa Jofresa tras dos años de experiencia en la ACB y por eso me respetaban. Era una generación magnífica: Villacampa, Epi, Fernando Martín, Solozábal, Jiménez, luego Pablo Laso... Impresionante, pero era un grupo que chupó muchos años en la Liga y en la selección, no hubo relevo generacional y ahora sí entra gente nueva desde hace cinco años. Aquella generación fue intocable durante 10-12 años.

-R. S. Laso me encantaba cuando estuve en el Taugrés. Era al estilo americano, con pase y tiro. Fue el primer Ricky Rubio de aquí, no hay otro, no hubo nadie entre ellos en 30 años.

-¿Quién es el mejor español?

-R. S. Mis favoritos son cuatro o cinco. El primero tiene que ser Pau Gasol. Pero a Marc sólo le hacen falta dos anillos para estar por encima de su hermano. Es una bestia en la NBA. Ahora está dominando a los pívots. Sólo está Dwight Howard, quizás uno más y luego Marc. Y nombro a Howard porque es americano, pero como Marc no hay ninguno en la NBA: tira, pasa, tapona, rebotea, mete tiros libres...

-M. S. Se refiere, y estoy de acuerdo, a que en la NBA antes había cincos puros, Pat Ewing, David Robinson. Hoy son cuatros y medio, atletas, pero Marc es un pívot puro que puede anotar y en la NBA cada vez hay menos.

-R. S. Si sigue así, va a conseguir un contrato de 150-180 millones de dólares fácilmente. Creo que Memphis no va a llegar y se irá a un equipo grande.

-Mike, conoce el Madrid, ¿cuál es el síndrome que padece para no ganar la Euroliga?

-M. S. No han llegado títulos hasta ahora. La diferencia entre el Madrid y el Joventut es un club de fútbol y uno de baloncesto. Eso se nota. Si en Badalona tenías un problema, aquello es una familia y te ayudan, mientras que en el Real Madrid eres un número más. Es un club en el que estás presionado para ganar siempre, vale, pero a todos nos gusta tener un trato cariñoso, que estén pendientes si te hace falta algo y más aún si eres extranjero. A veces sentí frialdad. Esas cosas con el tiempo mejoran. Laso conoce el club, a Alberto Herreros, sabe cómo funciona. Un jugador quiere estar contento dentro y fuera de la pista.

-Ahora que hay poco dinero en el baloncesto, ustedes pueden hablar de su experiencia, de cuando vinieron por muy poco...

-M. S. El baloncesto es un negocio. Hoy más que en nuestra época. Hay que demostrar lo que vales y después viene lo demás. Calidad, sacrificio y sentir los colores. Los jugadores llegan ahora y no hay ese feeling por las dos partes. El club no quiere tener a un jugador con un contrato de tres o cuatro años por si falla y éste tampoco porque si le va bien quiere saltar a otro sitio. Es un trampolín. Cuando estás un año nada más no puedes sentir los colores. Para Ray, para mí, para Andre Turner, para Richard Scott... cuando estábamos en un club por varios años es porque estás a gusto, te sientes parte del club, quieres menos por estar disfrutando.

-¿Un consejo para los jóvenes?

-R. S. Lo primero que tienen que hacer es estudiar y si luego viene el baloncesto, bienvenido sea. En este mundo no hay nada garantizado, ni los amigos. Estamos en un mundo tan difícil que no puedes depender de nada ni de nadie.

-M. S. Es la única diferencia que veo entre Europa y Estados Unidos. Cómo complementar el deporte con los estudios. Aquí, mi hijo con 17 años estudia en el instituto hasta las dos, por la noche juega al baloncesto y llega a las diez a casa, no es un horario normal. En Estados Unidos estudias por la mañana y a las dos estás

entrenando, por ejemplo. Te lo facilitan. Aquí es más complicado por muchos motivos.

-¿Cómo ven la ACB actualmente?

-R. S. Lo que me flipa es que yo tenía un esguince de tobillo y Antonio, el fisioterapeuta del Maristas, me vendaba y yo le decía si más o menos fuerte. Ahora, un esguince son 15, 20 días. Y nosotros no teníamos ni minutos.Sufrimos muchas lesiones. Si era un tirón muscular, te ponían una cinta y a seguir. Es la vida, no puedes parar. Yo jugaba 39-40 minutos, tenía que jugar.

-Ray, ¿es verdad que a punto estuvo de ir al Barcelona?

-R. S. Sí, firmé un precontrato. Bajaba mucho desde Andorra, donde jugué, a ver a Mike y algunos partidos de fútbol.

-Y aquí se ha hecho bético...

-R. S. Me gusta, pero ahora no está jugando muy bien. Voy con mi amigo Diego. Pero Rubén Castro no lo puede solucionar todo...

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