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Thiem, un aspirante en la sala de espera

Dominic Thiem tendrá que aguardar otra oportunidad para intentar quebrar la hegemonía de Rafael Nadal en la pista parisina. El austriaco, apuntado como el más sólido sucesor para romper el dominio del balear, luce un demoledor brazo con el que suelta con la misma eficacia un revés que un golpe de derecha, y un privilegiado físico en el que aúna fortaleza y rapidez. Sin embargo, esos ingredientes fueron insuficientes para batir al español.

Thiem, quien pasará del octavo al séptimo puesto mundial la próxima semana, culmina en todo caso una gran temporada en la tierra batida: 26 triunfos y sólo seis derrotas. Este chico nacido el 3 de septiembre de 1993 en Wiener Neustadt, en el este de Austria, cerca de la frontera eslovaca y húngara, mamó el tenis desde su más tierna infancia. Wolfgang y Karin, sus padres, son entrenadores de tenis y Thiem empezó a darle a la raqueta en el salón de su casa con seis años.

Desde los nueve está esculpido por su compatriota Günter Bresnik, ex entrenador del ganador de seis grandes Boris Becker. El técnico, de 57 años, aplicó a su pupilo una técnica espartana de preparación que incluía muchas sesiones al aire libre en vez de en el gimnasio. "El tenis no es la guerra, pero no tendrás éxito si eres débil física o mentalmente", es el lema de Bresnik.

Siguiendo la tradición del campeón de Roland Garros de 1995, el austriaco Thomas Muster, Thiem es un especialista en la arcilla. Se forjó en esa superficie desde joven en las pistas de su país. Su ágil físico (1,85 metros y 82 kilos) se adaptaron a la perfección a un terreno tan exigente.

Poco a poco fueron cayendo los títulos: diez menores, ocho de ellos en tierra batida. En 2016 ya terminó entre los diez mejores del circuito (octavo) y 2017 lo cerró en el quinto puesto, el mejor de su carrera.

Pareja de la tenista francesa Kristina Mladenovic, quien apeó en 2017 a Garbiñe Muguruza en Roland Garros, tiene costumbres muy familiares y sus rivales en el circuito le consideran un tipo humilde y agradable.

Si no hubiese sido tenista, Thiem habría practicado el fútbol. Fundó un equipo no profesional, el TCF Matzendorf, y es un declarado hincha del Chelsea. "Mi idea es jugar un par de años una vez haya dejado la raqueta", aseveró.

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