Son muchas las tardes de cuentas y matemática imposible las que ha vivido Fernando Sanz junto a Luis Yáñez en los últimos tiempos. Por eso sólo imaginar un descenso le mosquea sobremanera. El presidente del Málaga no quiere sustos extemporáneos después de que su equipo superara una crisis de caballo hace unos meses. Por eso ayer no vaciló en entrar en el vestuario tras el entrenamiento y departir con los jugadores primero y después de manera pormenorizada con el cuerpo técnico para evitar que una imagen como la de La Romareda se vuelva a producir.

El máximo dirigente ya lo tenía previsto tras el mal rato que se llevó el sábado. En la charla, el madrileño recordó que el escudo del Málaga no se merece una actitud como la que se vio contra los maños; al mismo tiempo trató de mandar un mensaje de ánimo, pues el equipo solventó una peor clasificación hace unos meses.

"Hicimos un partido nefasto, fue el partido tonto. Se puede perder, pero la intensidad en un partido ha de prevalecer. No tenía fuerzas ni para salir a la calle. El sábado estaba fastidiado. Hicimos autocrítica, pero me vine arriba con los resultados del domingo. Nadie puede escurrir el bulto. La situación no es dramática", señaló Sanz en la Ser.

En su opinión, "el equipo no estuvo a la altura". "Tenemos todavía dos partidos de margen, pero queda un mes de competición y en una semana podemos estar prácticamente salvados o condenarnos a sufrir. Seguimos en buena posición porque aventajamos en seis puntos al primer equipo en puesto de descenso", añadió.

En una línea menos dura hablaron Juanito y Toribio. "No es un desastre ni tampoco para alarmarse", dijo el malagueño, mientras que el canterano habló de "salir adelante". En la vida no te puedes relajar, ni entrenando ni jugando", indicó.