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"¡El año que viene queremos Asobal"!

  • Liberado de presión, el Antequera ofrece un soberbio recital ante el CAI Zaragoza con una afición entregada

Recital en El Torcal. El Balonmano Antequera se dio un verdadero festín a costa de un desdibujado CAI BM. Aragón. Lo mejor de cada jugador, la casta, el orgullo, la garra, la calidad, salió a relucir en un encuentro para enmarcar. Un partido completo, sin apenas errores, jugado con la tranquilidad que supone tener los deberes hechos. ¡Qué fácil es jugar así!. Y qué sencillo parece el balonmano.

El público se lo pasó en grande, pero tuvo que esperar hasta la segunda mitad para disfrutar como ya no se recordaba en Antequera. Los primeros minutos fueron de tanteo. De ver quién tomaba el timón del envite. De quién empezaba dando los primeros golpes. Un frío 5-4 en 15 minutos hacía presagiar un partido apático, sin ritmo, pero un fly entre Soto y Bakic hizo despertar a los aficionados que respondieron con los primeros aplausos. El dibujo cambió. Jorge Martínez comenzó a hacer de las suyas y la ventaja fue creciendo. Con la salida de Curkovic la defensa aumentó su eficacia y la renta llegó a los cinco goles (11-6). Baena, Campos, Bakic y las paradas de Martínez posicionan al equipo verde, que al descanso ya vencía por seis tantos (17-11).

Pero faltaba lo mejor de la tarde. Y quizás de toda la temporada. El meta antequerano terminó de minar las esperanzas de victoria del conjunto maño con una cadena de paradas nada más reanudar la segunda mitad.

La diferencia se fue a los nueve goles en siete minutos (24-15) y el CAI se entregó. Martínez repetía una y otra vez bajo palos, mientras Rafa Baena jugaba a placer en los seis metros (11 goles). La afición tenía que frotarse los ojos para creer lo que estaban viendo. Y los jugadores sacaron lo mejor de cada uno. Moya ponía el 29-20 en una acción de casta. Stefanovic ponía la puntilla desde los nueve metros (30-20). Los profesionales disfrutaron como posiblemente no lo han hecho en todo el año. Los aficionados comenzaron a hacer la ola mientras coreaban "¡El año que viene queremos Asobal!".

Stefanovic, otra vez, puso la máxima renta (36-23) a pocos minutos para el final y solo la relajación y los cambios redujo la diferencia a los diez tantos (36-26). Los abrazos, las sonrisas en el banquillo y los gestos cómplices entre unos y otros, acompañaron el último minuto de partido, que con la afición en pie, tardará mucho tiempo el olvidarse. Que lástima que la situación financiera no acompañe...

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