Los bajitos, de cabeza, ¡¡¡a la final!!!
JAMÁS soñé con jugar una final del Mundial. El niño que apenas aspiró a un hueco más o menos relevante en el equipo de futbito del instituto se conformó con radiar fútbol y escribir historias sobre sus actores. El de Francia en 1998 me llegó sin pensarlo, como la decepción de que España se volvió a casa sin octavos y con el chou de Clemente contra el mundo. Siempre guardé con una mezcla extraña de envidia y emoción la gran final del ataque de ansiedad de Ronaldo, o los goles de cabezazos buenos de Zidane. La Marsellesa en Saint Dennis me atronará en la mente de por vida. Reitero que la envidia no tiene nada de sana, y yo la tuve viendo a Deschamps pasear la Copa del Mundo ante los ojos atónitos de Roberto Carlos y compañía. Como en Corea y Alemania nos largaron antes de tiempo, y en esos Mundiales yo iba lapado a España, no tuve manera de ver a Ronaldo sin ansiedad y con flequillo en 2002 y a Cannavaro levantar la Copa más aburrida en 2006. Hasta el domingo, aquella seguirá siendo mi única final. Desde hoy, renuncio al calendario gregoriano y el próximo lunes será, para mí, el día 1 d.m.S. (después Mundial Sudáfrica).
Hoy, que cuarenta millones de españoles hacéis planes para lo del domingo, aún no digiero si esto es real, y por eso me ocurren rarezas. Anoche soñé que un alto cargo federativo se me acercaba con la Copa y me decía: "Antonio, y además nos han dado el Mundial para 2018". Yo le preguntaba agobiado: "¿Pero Málaga es sede?". Me contestaba que sí, claro, "¿cómo vamos a dejar fuera a tu ciudad?". Obsesión, pura obsesión, diría algún sicólogo de los vagos. Con acierto. En fin, echaré de menos verlo en La Cala con la familia, o en Alcalá con mi ahijado, o en La Caña de España, con los colegas de siempre. He quedado en el Soccer City de Johannesburgo, je.
Han llegado a Durban miles de aficionados desde España. Ayer se paseaban a lo festivo por las calles de Umhlanga, la Benalmádena cercana a Durban donde nos mandaron porque la ciudad está completa. Patxi Izco, presidente de Osasuna, llegó con una carga de pañolicos para toda la población local. Izco los trajo de Osasuna. El tío, siempre barriendo pa Tajonar.
Alguien grita "¡¡¡Pedro!!!". Dicen que entra por Torres y decido que aún estoy en parvulitos de códigos de fútbol, y me cubrí de gloria Hablando Solo en la edición de ayer. Da igual. Me prometí no repasar el monorrail que atraviesa el estadio. Bueno, depende, pensé. Si ganamos, sí. Llega España, se confirman Pedrito en el once y mis dotes como visionario frustrado. Joachim Löw se me parece a Clark Kent. Llevo todo el Mundial pensando que en algún momento se arrancará la chaqueta y del jersey azul le saldrá una ese cuarentona. Le faltan las gafitas. La opinión pública, al menos en las redes sociales, aplaude el cambio. Pedro incrementa nuestra presencia en el centro del campo y es un puñal. Se lo ha ganado. Insisto en mi argumento: hemos alegrado la vida de Mertesacker y Friedrich. Jugamos sin delantero centro. A ver.
¡¡¡Rueda la pelota!!! Sigo a su siete. Schwdfi... Bastian. Tan joven, y ya es el heredero de Oliver Khan. Por perro ladrador. La hierba está seca o alta: como el primer día. Y el Jabulani no corre vivo. A un lado me toca el pesimista y al otro un hermano de otro país que me mira mal cada vez que grito (dos veces por segundo). Lo llevan claro. No hemos regalado un pase de contragolpe en el centro del campo en todo el torneo. Si no lo hacemos ahora, mejor. En 20 minutos, una de Villa y otra de Puyol. De pizarra ésta. Lo voy a escribir: jugamos como nunca. Tiento a la suerte. Lo sé, mejor cambio. No me gusta porque nos han quitado el balón y ni siquiera salimos rápido a la contra. Nos llegan. No podemos fiar todo a una jugada rápida. Hay que buscar portería, tirar. Nos falta movilidad arriba. Son ocho defendiendo y dejan pocos huecos. Andando no vamos a marcar. No creo que a ellos les valga el cero a cero. A mi corazón, no. Se meten bien entre líneas. Por estatura, somos infantiles contra veteranos. Los pitufos bajitos de España contra los gigantes del apelestrudel y la biar. ¡Penalti! No lo pita. Con la repetición no nos ponemos de acuerdo. Hoy, tampoco. Descanso. ¿Es mucho pedir un día de felicidad antes de que acabe esto? A sufrir.
Pedrito nos despierta para la segunda mitad. ¡Vamos! Aparece la magia roja y Xabi Alonso la cruza demasiado. El de mi derecha, en la tribuna, es brasileño. Claro, por eso me mira mal. Tenemos otra de Villa, y el punto de mira desviado. Reina es un segundo entrenador, no para quieto. El que marque, gana. Creo. ¡Vaaaamos! A Pedro se la para, la de Iniesta no entra y a Villa le debemos un número más de botas. Se cuece, se cuece. El portero es bueno y su transición defensa-ataque es peligrosísima. La de Holanda, más. Perdón, no pensar en Holanda. ¡Penalti a Sergio! No. Me viene a la memoria el fondo sur del Prater de Viena, donde viví la final de 2008 con mi compadre Javi. No recuerdo si sufrí más. Enorme Busquets. Están encerrados. Ikeeeerrrrr... Nos aprietan por alto. Perdón por la crónica telegráfica pero esto es insufrible. ¿Y si salimos y los cazamos a la contra? El balón no corre y así es más difícil. Goooooooooooooool de Puyoooooooooooool, por alto, por alto, je je je... No miro el reloj. Queda y nos la van a querer devolver por arriba. Escribir de pie y temblando no es fácil. Lo siento. Sale el Niño. ¿Veis cómo jugaba? Se marcha el Guaje. El pesimista de mi izquierda: "Son especialistas en marcar en el último minuto". Cinco minutos son muchos. Vamos, Niño, hazla tú. Löw, sin chaqueta. No es Supermán, como Bustamante, creo. Rondito, el rondito... Noventa, el noventa. Tres, tres... Ya, ya, ya... Dos, dos... Somos, somos... Uno, uno... ¡¡¡¡Finalistas del Mundiaaaaaaaal!!!!
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